Los pendientes diplomáticos

Estos vínculos sí propicia un desarrollo perceptible.

Esta semana se reunieron los presidentes de México y Estados Unidos y el premier de Canadá en la Décima Cumbre de Líderes de América del Norte, desde la cual se anunciaron acuerdos en materia de asilo para personas migrantes, el combate al tráfico de armas, así como una ruta estratégica para prevenir eventuales crisis sanitarias. Si bien se abordaron temas como la inclusión, cambio climático o competitividad, no se habló, por ejemplo, de controversias relacionadas con el T-MEC respecto a la política energética de nuestro país.

Sin duda, se trató de una oportunidad importante para retomar las relaciones tras años de distanciamiento diplomático, además de que vivimos un contexto complejo no sólo en lo nacional sino en lo internacional, que interesantemente puede derivar en un incremento en la competitividad en la región. En este escenario debemos considerar eventos como la invasión rusa y la crisis energética subsecuente en Europa, la política cero por la pandemia de covid-19 en China tras los rebrotes importantes que están ocurriendo, y el fenómeno de regionalización de las cadenas de valor que ocurre en otras latitudes globales.

Resulta muy interesante la ruta de proyectos productivos bajo el esquema de nearshoring propuesta por Estados Unidos y Canadá con la que pretenden dar una respuesta a la crisis de semiconductores, aprovechando el potencial humano y geoestratégico que representa México desde la perspectiva norteamericana y dentro de esa ruta atender problemáticas relacionadas con seguridad, cambio climático e inequidad. A pesar de que en lo diplomático y discursivo resulta atractivo propiciar un acercamiento con Latinoamérica y Asia, la realidad es que el fortalecimiento de estos vínculos sí propicia un desarrollo perceptible en México.

Desafortunadamente, temas sociales como la migración, tráfico de armas y de sustancias quedaron marginalizados. En materia de seguridad, la reunión no propició resultados tangibles a pesar de que en México y Estados Unidos la violencia transfronteriza relacionada con el crimen organizado genera la muerte de miles de personas anualmente, sin contar aquellas víctimas del abuso de sustancias como el fentanilo que han convertido el asunto en un tema de seguridad nacional al norte de nuestras fronteras.

En ese sentido, tampoco hubo acuerdos o acercamientos para el fortalecimiento de instituciones de seguridad o justicia, particularmente en asuntos de ciberseguridad. Mientras que en Estados Unidos es un asunto prioritario, aquí se pueden filtrar terabytes de información militar sin que eso genere un cambio sustantivo en las estrategias de seguridad digital mexicanas.

No está de más nunca cuestionar el no abordar cuestiones vinculadas con corrupción e impunidad, sin embargo, como en todo, lo simbólico es lo que permanece al final.

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