El primer paso
Tras lo ocurrido el domingo, podemos hablar de un acto de valentía y de reapropiación de espacios cívico.
El pasado fin de semana miles de ciudadanos salieron a las calles para externar su descontento ante las propuestas, encabezadas desde el Ejecutivo nacional, de reformar la ley electoral con la intención de eliminar al INE. Fueron más de 50 organizaciones civiles las que convocaron a una serie de marchas, las cuales se replicaron en decenas de ciudades del país y en las cuales participaron miembros de los partidos de oposición.
Desde abril pasado, el presidente Andrés Manuel López Obrador presentó una iniciativa que plantea, entre otras cosas, sustituir al INE por un Instituto Nacional de Elecciones y Consultas, una disminución de legisladores en el Congreso de la Unión, así como reducir el número de consejeros electorales, además de que sus miembros sean elegidos mediante el voto popular. Por su parte, el Presidente dijo que la marcha va en contra de la “transformación” del país, mientras que en la Cámara de Diputados desde hace tres semanas se comenzaron a analizar ésta y otras más de 100 iniciativas sin mayores avances al respecto.
Sin duda se trató de un hito, tras años de un ejercicio político de ataques en contra de quienes no comparten el ideario del grupo oficialista, que inhibió de una u otra manera el discurso e intereses de causas opuestas. Vale la pena mencionar que, dentro de las movilizaciones sociales, las de mayor impacto de los últimos años, fuera de las convocadas por el Presidente, han sido las organizadas por los colectivos feministas, las cuales, por cierto, también han sido blanco de descalificaciones y ataques por representar algo fuera de sus intereses.
Tras lo ocurrido el domingo, podemos hablar de un acto de valentía y de reapropiación de espacios cívicos, independientemente de que se esté completamente de acuerdo o no con las consignas que se representan en la marcha, se conozca o no la reforma que se plantea o si haya otros esfuerzos que traten de explicar lo que implica o, más importante aún, se propongan otras alternativas que genuinamente atiendan las problemáticas tanto del sistema de partidos como de las autoridades electorales.
No se pueden omitir los ataques sistemáticos en contra del árbitro electoral esperando, tal vez, como sociedad que un buen día se autolimitara, cuando recapacitar, convenir o incentivar la comunicación y el diálogo claramente no forma parte de su personalidad.
Si bien se trató de una demostración franca de que en México la sociedad es más plural de lo que al mismo Presidente le gustaría reconocer, tampoco se trató de una victoria para la defensa de las instituciones democráticas como se ha venido presumiendo toda la semana por la opinión pública, no es una victoria porque tampoco existe una oposición, partido, candidato o iniciativa social, la cual, al igual que en otros temas también relevantes como el esfuerzo militarista gubernamental, que hayan aparecido.
Sin embargo, dentro del contexto ciudadano sí se trata de un paso importante hacia una pluralidad en las calles, al igual que una de las primeras llamadas de atención para un Presidente que prefiere convocar su propia marcha para refrendar desde el poder su popularidad en las calles que atender a quienes repudia.
*Analista
