El hilo conector
La interconexión de los desafíos que enfrentan México y Estados Unidos es innegable.
Esta semana se planteó el establecimiento de un grupo de trabajo binacional entre los gobiernos de México y Estados Unidos, como resultado de la primera visita oficial de Alicia Bárcena en su nueva designación como nueva secretaria de Relaciones Exteriores con el secretario de Estado, Antony Blinken, en Washington.
Lo anterior, con el propósito de atender asuntos migratorios, como la instalación del “muro flotante” en las aguas del río Bravo colindantes con Texas, las cuales se denunció ya costaron la vida a dos migrantes en su intento de cruce, pese a los esfuerzos del Departamento de Justicia que ha interpuesto una demanda para obligar a las autoridades estatales de retirar estos mecanismos, además de las notas diplomáticas enviadas por el gobierno de México condenando su uso.
Además, las reuniones se extendieron con el consejero de Seguridad Nacional, Jake Sullivan, y el secretario de Seguridad Nacional, Alejandro Mayorkas, con los que también se habló de asuntos económicos, migratorios y, por supuesto, de seguridad, entre los que se destaca la lucha en contra de la crisis de opiáceos, que se colocó como la droga sintética más letal por sobredosis en ese país.
La interconexión de los desafíos que enfrentan México y Estados Unidos es innegable. La crisis de los opiáceos, el poder del crimen organizado y el flujo migratorio son como hilos entrelazados que tejen una narrativa compleja que demanda atención urgente y cooperación efectiva. En lugar de abordar estos problemas de manera aislada, es hora de reconocer su interdependencia y trabajar juntos para buscar soluciones duraderas.
La tragedia del abuso de fentanilo y otras sustancias relacionadas en Estados Unidos y otras partes del mundo es una tragedia humana que se ha cobrado innumerables vidas y con ello miles de familias rotas. Esta epidemia no es un problema confinado; tiene raíces que se extienden de norte a sur de la frontera. Con Estados Unidos como un mercado insaciable, mal administrado y corrupto, y México como un foco, no sólo de producción de sustancias, sino también de una violencia exacerbada y generacional. La cooperación en la interrupción de las cadenas de suministro y la prevención del flujo de drogas es esencial para abordar esta crisis compartida.
El crimen organizado, impulsado en gran medida por el tráfico de drogas, tiene un impacto directo en el flujo migratorio. La violencia y la inseguridad en ciertas regiones de México impulsan a las personas a buscar refugio en Estados Unidos. Los migrantes, a menudo vulnerables, suelen caer víctimas de redes de tráfico de personas y explotación. Abordar el problema migratorio exige enfrentar las causas fundamentales relacionadas con la inseguridad, el crimen organizado, la desigualdad y la falta de oportunidades.
En última instancia, la relación entre México y Estados Unidos es más que un vínculo diplomático; es una red de desafíos y oportunidades que deben ser enfrentados juntos. La cooperación efectiva en búsqueda del bien común debe convenir a los dos países. La relación asimétrica de poder entre ambas naciones cada vez es más relativa e interconectada, es momento de reinterpretaciones de fondo.
*Analista
