El gran tema pendiente
Es imprescindible que el gobierno asuma su responsabilidad administrativa, penal y moral.
Recientemente se conmemoró el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer. En México, la violencia contra las mujeres, adolescentes y niñas, penosamente se trata de un problema que se mantiene al alza, tan sólo en lo que va del año se han registrado cerca de 850 feminicidios, un incremento de 5% en relación con el año pasado, mientras que en homicidios dolosos de mujeres la cifra se eleva a más de 2 mil 300 casos en lo que va de este año que concluye.
En nuestro país, se estima que dos de cada tres mujeres ha sido víctima de violencia, mientras que 20% dice sentirse insegura en su propio hogar. A estas indignantes cifras es necesario agregar fenómenos sociales como el encierro prolongado causado por la pandemia, si tomamos en cuenta que en buena parte de los casos registrados de este tipo de violencia, el perpetrador mantiene un vínculo familiar o afectivo con la víctima.
Por su parte, el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, aprovechó la conmemoración internacional para reiterar el compromiso de su administración de no desamparar a la mujer y reafirmar los compromisos del movimiento de la Cuarta Transformación. No obstante, más allá de lo discursivo, es imprescindible que el gobierno asuma su responsabilidad administrativa, penal y moral para terminar con la impunidad que nos consume como sociedad.
Desafortunadamente, hoy en día no hay una estrategia o directriz claramente aplicable que revindique a la mujer a través de la protección o impartición de justicia. Desde administraciones anteriores no se han realizado los esfuerzos suficientes para contrarrestar esta difícil situación, como las alertas de género que se aplican a discrecionalidad o las deficientes políticas de prevención del embarazo adolescente e infantil. Sin embargo, considero que entre los múltiples pendientes que se tienen que atender, está el de las fiscalías especializadas, las cuales, además de revictimizar a la mujer, no han podido o no han querido entender la crisis de violencia que se vive en México y en particular la de género.
La realidad es que este tema rebasa parámetros gubernamentales o institucionales, ya que se cimenta en la idiosincrasia social mexicana. No es posible atender un problema como la violencia de género cuando ésta es normalizada todos los días y en todos los niveles, no cuando el Presidente de la nación muestra su hartazgo ante las acusaciones en contra de uno de sus excandidatos por violación, respondiéndole “ya chole” a la sociedad.
Ese fácil menosprecio con el que se tilda desde el Ejecutivo al movimiento feminista como una “moda neoliberal”, es el mismo con el que impunemente se reconoce que no ha habido resultados positivos al publicar las cifras de violencia letal en contra de mujeres, adolescentes y niñas. Es con ese mismo desdén con el que se injuria a periodistas o comentaristas como Denise Dresser o Carmen Aristegui, quien hace no mucho tuteaba amistosamente al entonces candidato López Obrador, quien le correspondía con halagos y prerrogativas.
Mientras no se esquematicen políticas integrales de prevención y aplicación de justicia, mientras haya carencias en lo estructural como es el combate a la desigualdad, acceso a una verdadera equidad, empoderamiento e inclusión en la toma de decisiones, acompañadas de un sistema judicial que propicia la impunidad antes de la aplicación correcta de la ley, este doloroso tema quedará como uno de los grandes pendientes no sólo de este sexenio, sino de los futuros.
