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¿Cambiar la estrategia?

Armando Ríos Piter

Armando Ríos Piter

Por una #SociedadHorizontal 

En materia de seguridad y violencia, México está más que estancado. Conforme pasan los años, vive un lúgubre leitmotiv in crescendo (misma melodía que conforme se repite de manera circular, incrementa su complejidad sin variar la temática). Pese a que los escenarios cambian, las tragedias se repiten, surgen las consignas, los discursos de consternación, para luego abrir paso a la resignación y apatía social. 

 

 Conforme los sexenios avanzan, las cifras aumentan, pues el problema de fondo es el mismo. Falta un consenso integral sobre cómo atender y subsanar la ruptura del Estado mexicano y el pacto social de convivencia. 

Las tres últimas administraciones han cometido el mismo error. En lugar de promover un nuevo acuerdo en la materia, una nueva lógica integral, social e institucionalmente acordada entre todos, han actuado con sesgo partidista. Como resultado, han desarrollado propuestas y soluciones limitadas. La miopía en el diagnóstico ha derivado en acciones parciales. Hoy, el gobierno “atiende las causas que originan la violencia”. Qué bueno que así sea. La pregunta es, ¿dónde quedó la premisa anterior? Aquella de “atender la violencia en sí”, enfrentarla y castigarla. Parecería que se ha olvidado que para eso es el Estado. 

Las cifras desnudan con toda frialdad la realidad. Al mes de junio, la actual administración registra 121,655 homicidios. La cifra es superior a lo registrado con Felipe Calderón (terminó con 120,463). De continuar la tendencia, también se rebasarán los registrados en el periodo de Peña Nieto. Cada mes, en promedio, del actual gobierno se han registrado 2,896 homicidios dolosos, mientras que con Peña la cifra fue de 1,779 y con Calderón, 1,269. Con estos datos, el actual gobierno está a poco más de 34,000 de rebasar la violencia registrada durante el periodo de su antecesor. 

 El asesinato de dos pastores jesuitas en la sierra de Chihuahua puso nuevamente la inseguridad y la violencia en boca de todos. Nada nuevo. Así ocurrió también con otros casos icónicos. Con FCH con los 72 migrantes que fueron asesinados en San Fernando, Tamaulipas; con EPN, con los 43 normalistas de Ayotzinapa en Iguala, Guerrero. 

El clamor social se repite. “Rectores piden a FCH cambio de estrategia”, El Economista, abril 2010. “Ombudsman mexicano pide ante Peña Nieto cambiar estrategia y discurso”, El País.cr, diciembre 2014. “Iglesia pide a AMLO cambiar estrategia de seguridad”, El País, junio 2022. En todos los casos, la respuesta de los mandatarios en turno ha sido, más o menos la misma: 

 “No vamos a cambiar la estrategia de seguridad” aristeguinoticias.com, junio 2022. Desafortunadamente, la indignación y el clamor social se difuminan conforme nuevas tragedias toman el lugar de las anteriores. 

Nuestro contexto político les ha dado a los presidentes la capacidad para “redefinir” a su antojo la estrategia de seguridad. Calderón con la Policía Federal, Peña con la Gendarme- ría y Obrador con la Guardia Nacional. Nombres diferentes, mismas deficiencias. Darle fuerza al centro para enfrentar al crimen organizado, sin entender que es en lo local y estatal donde se incuba el cáncer, no sólo por la desigualdad, sino, principalmente, por la impunidad ante la falta de Estado. ¿De qué serviría mandar la Guardia Nacional a la Sedena, si las policías locales y estatales están tronadas? 

 En esta materia, el país está roto por donde se le vea. Nuestra democracia alimenta el fenómeno de la corrupción política que cohabita con el crimen y nuestras instituciones son incapaces de evitarlo. Las cámaras han sido incapaces de contrapesar y guiar una verdadera construcción colectiva. La impunidad prevaleciente es muestra del colapso en el área judicial en todos sus tramos: policías, ministerios públicos o fiscales, jueces y responsables de las cárceles. La concentración de recursos en el poder central ha provocado que el federalismo permanezca simplemente como un ideal discursivo. No basta con cambiar de estrategia, hay que renovar al Estado mexicano en su conjunto. 

Ante el creciente clamor popular que ha provocado la muerte de Javier Campos y Joaquín Mora, la gran oportunidad que tiene el actual gobierno es la de convocar a un acuerdo profundo, sin ideologías ni taras partidistas, para renovar de fondo el marco institucional y el acuerdo fundamental en torno a vivir en paz en este país. Si no lo hace, la #SociedadHorizontal se lo echará en cara con estruendosa fuerza.

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