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¡Qué rápido vamos al precipicio!

Ángel Verdugo

Ángel Verdugo

Tal cual

Posiblemente, usted me dirá que todo intento de jugarle al Walter Mercado es, no inútil, sino una soberana tontería. Sin cuestionar su afirmación, repito lo escrito —para México— en el primer párrafo: Es fácil, de no modificar lo que hemos venido haciendo estos últimos dos meses y medio, pronosticar que nos acercamos a la debacle o si lo prefiere, al precipicio.

Hoy, prácticamente, ya nadie pone en duda que las cosas no le están saliendo bien al actual gobierno; no únicamente estamos frente a una pésima integración del gabinete, sino también, habría que agregar, ante un largo rosario de desatinos y decisiones erróneas ante las que, gobernante y funcionarios, se aferran sin la menor autocrítica.

Las decisiones equívocas van, es ya evidente, de las finanzas públicas pasando por el seudo combate al robo de combustibles, para llegar a una decisión incomprensible, la reducción de manera pedestre del 50% del presupuesto de las estancias infantiles. Por si algo faltare, agregaría las demandas en tribunales, en relación con la reducción de los sueldos de buena parte de los empleados de confianza, y los despidos de miles de burócratas llevados a cabo sin respeto alguno de sus derechos laborales.

¿Algo más para agravar lo grave? Las renuncias de personal altamente calificado en varias dependencias y organismos autónomos, no sólo por la amenaza de la reducción salarial y cancelación de prestaciones, sino también por el trato brindado —desde el periodo de transición— por parte de los designados para ocupar esta o aquella posición.

Ante la nueva composición laboral —la mediocridad inexperta al frente y, además, mal pagada—, ¿es posible esperar un desenlace diferente a la debacle? ¿Ve factible usted que centenas de personas sin la menor experiencia en el servicio público lleven la nave a buen puerto? Es más, ¿piensa usted que a los pocos que cuentan con cierta experiencia les harán caso?

¿Comparte usted este diagnóstico? Acepto que no lo haga completamente, sin embargo, ¿le parecería suficiente el porcentaje aceptado por usted para reflejar lo que vemos y padecemos desde el 1 de diciembre del año 2018?

Además, un elemento no incluido intencionalmente en el recuento hecho es no otro que el ambiente de volatilidad e incertidumbre que priva en las economías de nuestros principales socios comerciales. De profundizarse dicha situación, los efectos negativos vendrían a sumarse a los daños ya causados por las decisiones equívocas de quienes llegaron al gobierno hace menos de tres meses.

Dado el panorama dibujado —por burdo que le parezca—, ¿estaría inclinado usted a aceptar que, de seguir las cosas tal y como las hemos visto y padecido estos dos meses y medio, el único desenlace sería la debacle o caer al precipicio?

De ser razonable lo descrito y lógico ese desenlace, ¿piensa que el gobernante y su equipo serán capaces de reconocer sus fallas y limitaciones y por ello, rectificarían?

Ante lo visto, dada la tozudez exhibida, no sólo por parte del gobernante, sino también por los integrantes de su equipo, soy de la idea de que debemos desechar toda posibilidad de reconsideración y autocrítica.

¿O acaso usted piensa que el gobernante va a reconocer que se equivocó, no únicamente en la integración de su equipo, sino también en prácticamente todas las medidas tomadas y posiciones adoptadas desde el día mismo que rindió la protesta de ley?

Frente a esta remota eventualidad, le propongo que seamos realistas; que acepte conmigo que, dado el carácter del gobernante —reacio a reconocer error alguno— y su tozudez (obstinado, testarudo), además de su visión caduca y aceda del desarrollo —anclada en los años setenta del siglo pasado—, no tenemos otro desenlace a la vista que la debacle, caer en el precipicio.

Ante esto, ¿qué quedaría? ¿Desear que alguien cercano y a quien aquél escucha le explicare, clara y objetivamente y con la debida seriedad, lo que nos esperaría de no corregir tanto desatino?

Pienso, ¿coincidiría usted conmigo?, que la corrección y la autocrítica son, para él, algo imposible de concretar. Venga, pues, la debacle.

 

Analista

Twitter: @AngelVerdugoB

 

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