La opción de la volatilidad, es la que elijo

Europa sigue siendo el dolor de cabeza número uno. La presión sobre la Fed continúa acumulándose.

Lo ocurrido ayer en los mercados de alguna manera avala la opción que sugerí como una de las dos posibles para actuar en los mercados.

Refería que hay que admitir que dependemos mucho de lo que ocurre en el planeta y que en este caso la variable para pensar en un alza importante es lo que eventualmente decida hacer la Fed respecto de relajar más la política monetaria en Estados Unidos o no.

Sin embargo, lo que ayer vimos, sin hacer menos importante el “evento Fed”, añade un ingrediente adicional, que en realidad no tomé en cuenta —al menos no de manera consciente y explícita— quizá porque tengo menos esperanza de que algo importante ocurra en Europa.

Sin embargo, no hay que perder de vista que el mayor problema que el mundo acarrea hoy es justamente lo que pasa en la Unión Europea y, por tanto, cualquier cosa que ocurra en esa región tiene un impacto importante en los mercados.

Fue el caso de la declaración de Mario Draghi, presidente del Banco Central Europeo (BCE), en el sentido de que esa institución está lista para hacer lo que sea necesario para defender al euro, cualquier cosa que ello signifique. Es decir, no hay precisión sobre tales cosas por hacer.

Desde luego, la especulación de los mercados es que quizá el BCE se decida a participar en el mercado comprando bonos soberanos pronto, a lo que se ha negado, aun cuando el propio señor Draghi recientemente declaró que el BCE no está para eso.

Pero como decimos por estas tierras, el miedo no anda en burro y lo que ha mostrado lo que los mercados son capaces de hacer es para intimidar a más de uno, sobre todo si se está a cargo de la política monetaria de una región como Eurolandia y que hoy es el centro de atención del resto del planeta.

Ignoro a qué se refería el señor Draghi con su declaración, pero pienso que no la hizo nada más para tranquilizar a los mercados, sino que tiene una acción más o menos definida en la mente —y que valga la pena—, a riesgo de decepcionar nuevamente al respetable y volver a propiciar un ataque de los mercados con quién sabe qué consecuencias o, mejor dicho, conocemos las consecuencias, lo que no sabemos es la dimensión y alcance en tiempo y forma; pero nos lo podemos imaginar.

Existe la opción, a modo de especulación, que el BCE esté esperando que la Fed en su próxima reunión de política monetaria —la próxima semana, martes y miércoles— decida anunciar un nuevo programa de relajación monetaria, con lo que “todos nos pondríamos muy contentos”, lo que es un decir solamente.

Pero seguro que los mercados se animarían en todos lados, el flujo de dinero se derramaría alrededor del planeta en instrumentos financieros, se ganaría dinero y quizá pondríamos temporalmente a Europa en un plano menos visible que el que ahora ocupa, lo que bajaría la tensión y les permitiría a los europeos instrumentar acciones con menos urgencia.

Asimismo, es posible que el BCE encontrara una razón para justificar su participación activa en los mercados de bonos soberanos, principalmente en la de los países con más problemas (España e Italia, por el momento son “el sabor del mes”), como es por ejemplo que los mercados en su accionar dificultan la instrumentación de la política monetaria, pues ponen contra la pared a la banca comercial y a los gobiernos, que finalmente son las vías de instrumentación de las acciones de política monetaria de cualquier banco central.

Pase lo que pase, esto ayuda a generar volatilidad y hay que aprovecharle, como sugerí en la Consejería de ayer, como mi primera opción e inevitablemente tengo que pensar en lo que podría ocurrir en caso contrario, es decir, que el BCE sólo emitió una declaración expresando una buena intención y que la Fed, la semana próxima, decide que aún no es tiempo para QE III.

Entonces nos quedan unos días para seguir usando las esperanzas de buenos momentos que se han levantado en los mercados.

Y me anticiparía a vender, a menos que veamos hechos concretos y adecuados en el accionar de los hacedores de política económica, en los próximos días.

De otra suerte, no nos la vamos a acabar, ni ellos tampoco. Suerte.

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