La volatilidad aumenta y con ella, el riesgo
- Alemania, Holanda y Luxemburgo con perspectiva negativa: Moody
Cuando el miércoles pasado escribí –para que usted lo leyera el jueves– que prefería ver al IPC en 40 mil 500 puntos o más aún, en el de los 40 mil 300, lo hice revisando el comportamiento del indicador y calculando las posibilidades de tal baja (el miércoles pasado había cerrado en 40 mil 747 puntos), consciente de lo fácil que es equivocarse en tales menesteres y de lo mal que queda uno si así ocurre, especialmente cuando lo escribo en este espacio, pero más porque cuando hago a diario estas tareas es para tomar decisiones que pueden estar relacionadas con el patrimonio de terceros, de manera directa o indirecta. Si se tratara de un ejercicio teórico sería divertido, pero nada más.
Pero no es mi caso; operar en teoría o a “mano alzada”, supongo que es como “jugar póker con frijolitos”, como dice un amigo mío aficionado a tal juego de azar, en el que yo no me intereso en primer lugar porque no lo entiendo mucho y en segundo, porque aunque creo en la existencia de la suerte, mi trabajo es eso y no otra cosa y no lo dejo a la idea que en muchos prevalece en torno a las decisiones de inversión en los mercados: es cosa de suerte, es un juego, dicen.
Cuando alguien me pregunta que si “juego a la Bolsa”, contesto que no, porque yo no lo asumo así, lo que no significa que no me resulte divertido, a partir de la premisa que me supone un esfuerzo inteligente. Hace tiempo, me molestaba la expresión; me refiero a la idea de “jugar a la Bolsa”, pero ahora ya no me pone de malas.
Creo que he aprendido a tomarme menos en serio, lo que incluye a las cosas que hago, sin que esto signifique menos interés y responsabilidad sobre ello.
También porque entiendo que muchos usan la expresión porque la han escuchado de otros y sobre todo, porque no han tenido la oportunidad o las ganas de interesarse en estos temas que para un servidor, y espero que para usted, amigo lector, sean comunes y cotidianos.
El nivel de 40 mil 300 del IPC no fue alcanzado, pero casi sí. Ayer, en su punto mínimo de operación, alcanzó los 40 mil 365 puntos y de ahí “rebotó” hasta 40 mil 947, donde cerró, si bien minutos antes del cierre tocó 40 mil 963.
Lo anterior lo menciono porque de lo que hay que percatarse es que la volatilidad del mercado está aumentando, lo que implica mayor riesgo en la operación, lo que no es extraño considerando los acontecimientos que hemos visto en días recientes y que hacen pensar que puede presentarse otra temporada de volatilidad como la que vivimos más o menos en la misma temporada, el año pasado.
En la Consejería que usted pudo leer ayer (que escribí el domingo pasado en la mañana), ofrecí mi punto de vista sobre lo que ocurría en España y en el ambiente europeo en general.
Lo que ocurrió ayer lunes, confirmó mis apreciaciones y desde luego me ponen un poco más nervioso y un mucho más alerta de los eventos posibles que adquieren otros ángulos de desplazamiento y por lo tanto, otros y muchos posibles resultados.
Además de lo ocurrido en los mercados, el día finalizó con el anuncio de Moody’s, la empresa calificadora, de cambiar la perspectiva de la calificación crediticia de Alemania, Holanda y Luxemburgo, de “estable” a “negativa”.
Continúan manteniendo su calificación “AAA”, pero el sesgo cambió hacia el lado negativo. Y la razón, supongo, es el agravamiento de las presiones que sufren de parte de los mercados tanto España como Italia y que eventualmente los hiciera estar en situación de requerir un rescate total, lo que implicaría que no pueden hacer frente por sí mismos a sus compromisos financieros, más allá de la situación económica interna, que sabemos es terrible.
Si esto es así, y dado el involucramiento que sobre todo Alemania tiene con el financiamiento de países de la zona europea con problemas y la tenencia que sus instituciones financieras tienen de la deuda de los países en cuestión, pues ciertamente sí se incrementa el grado de riesgo, lo que no es estrictamente una novedad, pero sí un aviso.
Muchos piensan que las empresas calificadoras han perdido credibilidad a lo largo de esta crisis que vive en su quinto año, pero yo pienso que no hay que hacerlas a un lado, sobre todo cuando lo que ocurre en Europa sí tiene efecto sobre todos los demás; nosotros, entre ellos. Suerte.
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