Los demonios europeos sólo estaban 'apaciguados'

Sólo compraron tiempo, que no es por sí mismo una estrategia para salir de la crisis.

En la Consejería del viernes pasado (escrita el jueves previo) mencioné en los primeros párrafos que nada garantizaba que los mercados hubieran dejado atrás o al menos poner en un segundo plano a las condiciones de Europa y las consecuencias que ello trae consigo.

Asimismo, en días recientes escribí que pese a que se habían tomado decisiones que tendían a estabilizar la condición europea y la de España en particular, el bono soberano de ese país, en el plazo de diez años, seguía siendo presionado por el mercado, llevando su rendimiento a niveles cercanos a 7%, lo que hacía pensar que las decisiones de la Unión Europea y las del gobierno español no generaban confianza suficiente en los mercados.

Y el viernes mismo, estas sospechas tomaron más cuerpo de realidad. Justo cuando se autorizó en definitiva el crédito para la banca española por hasta 100 mmde y el gobierno español anunciaba nuevas medidas de ajuste en su gasto como parte del programa de contención de la crisis en aquel país, el rendimiento del bono de diez años llegó a 7.2% y el IBEX, el índice del mercado accionario español, cayó 5.82 por ciento.

Al mismo tiempo, las comunidades autónomas de Valencia y Murcia solicitaron apoyos del llamado Fondo de Liquidez Autonómica —y no sería extraño que otras comunidades lo hicieran pronto— pues sus finanzas están en serios problemas: los recortes aplicados en los gastos y la caída de la economía reducen el flujo de ingresos y por lo tanto aún hay un déficit importante que financiar.

Algo así está ocurriendo a nivel del gobierno central, pues después de haber tenido que enfrentar la crisis bancaria e imponer ajustes fiscales cuyos resultados están lejos de ser alcanzados, el crecimiento no existe y el desempleo es de 24%; ha perdido buena parte de su capital político en apenas los primeros siete meses de gestión y, claro, aun con el apoyo importante de la Unión Europea destinado al rescate de su sector bancario, se duda de la capacidad de España para salir adelante sin un rescate total a su economía, que involucraría a la Unión Europea, al Banco Central Europeo y al Fondo Monetario Internacional, nuevamente, en un rescate total (no únicamente para un sector en específico) más para un país europeo, que en este caso nada tiene que ver con Irlanda, Portugal y Grecia.

España es la cuarta economía en Europa y pensar en un rescate total para este país pondría nuevamente en riesgo la pretendida búsqueda de estabilidad para la Unión Europea y la permanencia del euro como moneda común.

Hasta ahora las acciones que se han tomado para evitar esto han sido fragmentarias y en el mejor caso han comprado tiempo.

Pero el tiempo por sí mismo no es una estrategia económica ni política, además de que, por lo visto, prevalece en aquella región, como directriz para salir de la crisis, el hacer ajustes fiscales sobre economías deprimidas, con un sistema financiero muy frágil, diferencias de tamaño, necesidades sociales y enfoque político, lo que dificulta llegar a acuerdos de fondo con posibilidades reales de larga duración.

Vuelvo a preguntarme si las medidas que se están tomando en la actualidad para tratar de resolver la crisis europea son válidas, toda vez que son las que conocimos hace ya varias décadas, cuando el mundo y la economía eran totalmente distintos. Me parece que hay que pensar en otras opciones y pronto.

Los mercados alrededor del planeta en las semanas recientes experimentaron alzas muy interesantes, de las que he escrito suficiente en este espacio; creo.

Pero no sobra insistir que en buena medida el impulso alcista surge por el apaciguamiento de los demonios europeos; la pretensión de un QE III por parte de la Fed y la expectativa de los resultados corporativos del segundo trimestre de este año.

Estos últimos, sin ser extraordinarios, en general me parece que han sido buenos en el entorno que vivimos. Pero el tema de Europa, como sabemos y por lo que vemos, no está resuelto y puede agravarse con relativa facilidad, en tanto que el QE III de la Fed no deja de ser una especulación, aunque quizá lo que pasa en Europa y sus eventuales consecuencias para Estados Unidos acerque a la Fed hacia una decisión de relajamiento monetario adicional (esto también es una especulación de mi parte). De tal modo que mi postura que pudo parecer conservadora para muchos por no incrementar de manera importante —más que de manera coyuntural— las posiciones de riesgo, a la luz de los sucesos europeos y sus alrededores, parece seguir siendo adecuada; para mí. Suerte.

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