En el primer párrafo de la Consejería del viernes pasado enumeré a los bancos centrales que habían tomado medidas de relajación de la política monetaria que cada cual conduce, en un claro intento de apoyar al crecimiento.
También pregunté cuál era el banco central que faltaba y la respuesta es obvia: la Fed. Después elaboré sobre la idea del síndrome del adicto profesional, aludiendo a los mercados como los adictos que cada vez demandan una dosis mayor para tener el mismo efecto y las consecuencias posibles de ello.
Horas después de escribir la Consejería mencionada, conocimos los datos de empleo en Estados Unidos del mes de julio pasado —que seguramente usted ha tenido oportunidad de ver— y que resultaron abajo de la expectativa: se crearon 80 mil empleos y se esperaban entre 90 mil y 100 mil nuevos puestos de trabajo; el desempleo permaneció en 8.2 por ciento.
La reacción de los mercados fue la normal: bajaron. La impresión que recibí es que los datos de empleo estaban bastante asimilados y por tanto sí hubo baja, pero nada extraordinario en ese sentido. En México el IPC bajó 0.5 por ciento y en Estados Unidos la baja estuvo alrededor de uno por ciento, incluso con un repunte sabrosón al final de
la jornada.
Lo anterior me hace pensar que uno de los supuestos que planteé en la Consejería anterior toma fuerza: los mercados esperan que la Fed actúe proporcionando una dosis mayor de liquidez, con un QE III espectacular. Los datos de empleo caen en la categoría de: Bad news, good news, lo que no me parece fuera de lugar pero creo que es una apuesta riesgosa, sobre todo en cuestión de timing, pero también por los eventos necesarios para que la Fed tomase tal decisión.
Desde luego que ignoro los elementos y las condiciones a partir de los que un banco central —en este caso la Fed— decide tomar una postura que suponga un cambio importante en su forma de conducir la política monetaria, pero como siempre, me veo obligado a hacer especulaciones sobre el tema. Es mi trabajo, me encanta hacerlo y es lo que puedo compartir con usted, amigo lector.
Me parece que los mercados dicen que no están del todo convencidos de un futuro desastroso, si bien piden alguna garantía para animarse a actuar más decididamente, comprando. Por lo pronto, venden, pero poco, como haciendo ver que esperan algo más.
Si hubiese que reaccionar por la información que hay enfrente, habría que vender, pero no lo hacen, así que presionan; lo que ocurrió en Europa está bien, pero no es suficiente y sirvió para tener un alza de ocho a diez por ciento en junio, pero nada más. Un alza sostenida de mediano plazo requiere algo más. “Cuanto más, mejor”, parecen decir, lo que es totalmente indefinido.
Del lado de la Fed especulo que saben que darle por su lado a los mercados es altamente peligroso; son insaciables. Y si juzgamos por los resultados de las diversas acciones de relajamiento monetario que hemos visto en los años recientes, pues no son del todo animadores para intentar una nueva y mayor medida de este tipo.
A los mercados les ha venido muy bien, pero a la economía sólo se le ha mantenido en un estado de sobrevivencia. Claro que cabe la pregunta: ¿Qué hubiese pasado sin relajamiento monetario? La Fed ha establecido con claridad que espera de la economía estadunidense en el mediano plazo (2012-2014): crecimientos de alrededor de 2.6%, en promedio, desempleo alrededor del ocho por ciento, inflación no mayor a dos por ciento y tasa de referencia cercana a cero hasta finales del 2014. Así que mientras las cosas no se salgan de esos límites, no creo que decidan hacer algo más allá de lo que están haciendo.
Preguntas: a) ¿Cuánto peor se tienen que poner las cosas para que la Fed decida instrumentar un QE III poderoso? No lo sé, pero tiene que ver con empleo, confianza del consumidor, sector inmobiliario y manufacturero. Los niveles para actuar, tengo la impresión que están lejos aún, tomando como referencia los parámetros de la Fed para el desempeño económico de Estados Unidos.
b) ¿Cuándo? En caso de emergencia —que no se ve próxima— lo hace cuando sea necesario, pero las próximas fechas de reunión de política monetaria son a finales de este mes, a mediados de septiembre, a finales de octubre y a mediados de diciembre próximos.
¿Qué falta para que la Fed se decida? ¿Una caída importante en los mercados a partir de resultados corporativos desastrosos? Quizá. Yo no apostaría contra la Fed. ¿Usted sí? Suerte.
