El síndrome del adicto profesional
Tres acciones, tres, de relajamiento monetario y no pasa nada.
El día de ayer vimos tres acciones de relajamiento de política monetaria en sendos bancos centrales: el Banco de Inglaterra (BDI), el Banco Central Europeo (BCE) y el Banco del Pueblo de China (BPC). ¿Quién falta? Se aceptan propuestas.
El BDI no bajó su tasa de interés, que está en 0.50% —el nivel mínimo en 300 años; desde su fundación—, pero aumentó el nivel de su oferta monetaria primaria en 50 mil millones de libras (mmdl), con lo que implícitamente se baja la tasa (más oferta al mismo precio); amplió su Quantitative Easing (QE) hasta 375 mmdl. El BCE redujo su tasa de referencia en 0.25%, hasta el nivel de 0.75% (tercera baja consecutiva) y a la vez puso en cero su tasa de depósito (lo que recibiría un banco comercial que decide depositar dinero en el BCE, en vez de prestarlo a otro banco comercial o al público) para incentivar —o tratar de— que la banca europea opere en el mercado y no con el BCE.
La “sorpresa” de la jornada fue que el BPC también bajó su tasa de referencia. En este caso la reducción fue de 0.31%, para dejarla en seis por ciento. Si las cosas siguen siendo como ha ocurrido, en China bajan la tasa antes de presentar sus cifras de actividad económica, lo que hace suponer que estas no serán de lo mejor. La conclusión obvia es que todos están muy preocupados por el crecimiento y en la medida en que cada banco central puede, pone algo de su parte para apoyar a tan débil condición.
El BCE es consistente con las decisiones tomadas en la reunión “cumbre” de la semana pasada en Europa; el BDI tiene que lidiar con una recesión por segunda ocasión y el BPC actúa para evitar una caída adicional del crecimiento en China.
En el pasado reciente escribí en este espacio que pienso que China prefiere enfrentar los riesgos de la inflación, que los que pudieran derivar de la inestabilidad social, una vez que se dieron cuenta de que había disidencias políticas de alto nivel que podían encauzar las inquietudes de una parte del pueblo chino (y en China “una parte” pueden ser algunos cientos de millones de personas) y crear una situación de inestabilidad general muy difícil de manejar.
Conocidos los eventos, las bolsas bajaron, el euro bajó, el VIX —el “indicador del miedo”— subió, la tasa de diez años de los bonos españoles subió en el mercado por arriba de 6.7 por ciento. Y creo que en todo lo anterior no es por causa de Andrés Manuel; habrá quien piense que sí. Es su bronca.
Creo que estamos otra vez en presencia del síndrome del adicto profesional a las drogas.
Para que le hagan efecto, cada vez necesita una dosis mayor, lo que al final, en el mejor de los casos, hace que su salud empeore y en el peor, se mueren. Los adictos son los mercados, suficientemente poderosos para causar daños severos en quienes están a su alrededor.
Los de “su alrededor” es la economía global. Sí, porque si aquellos se colapsan afectando seriamente al valor de los activos y al flujo de crédito, no va a quedar títere con cabeza.
Lo anterior me hace suponer algunas situaciones. La peor, pero posible, es que hagan lo que hagan los bancos centrales, no será suficiente para evitar una recaída en la actividad económica global y profunda, o en el mejor de los casos, una reactivación lenta, muy lenta, que para todo fin práctico es el ambiente en el que hemos vivido en los pasados 18 meses, sabiendo que el margen de acción de la política fiscal en casi cualquier lado es limitada o insuficiente por los pesos relativos de las economías.
Otra, menos mala, con buenos efectos de corto plazo pero no tan buenos en el mediano y largo plazos, es suministrar otra vez un nivel de dosis mayor, para que el adicto no muera, y con él, su entorno.
En este caso, la Fed es el dealer que falta por actuar. Es el más poderoso y todos voltean a verle, como también se piensa en lo que tendría que hacer el BCE y la Unión Europea, en general.
Los chinos lo tienen claro: hacer lo que sea necesario para que el changarro no se les caiga y los políticos actuales conserven sus cabezas sobre sus hombros,lo que no es garantía de solución ni para ellos y los demás (todos los que no somos chinos, pero nos vemos influidos por la condición del gigante asiático en diversas proporciones). Hay otras opciones, pero ya se me acabó el espacio. En cualquier caso, lo que me queda es actuar de corto plazo en el mercado y leerlo lo mejor que pueda. Suerte.
