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Función

Jauría representa a las víctimas

Ana Sofía Gatica, quien es hija del exfutbolista Carlos Hermosillo y nieta del cantante Lucho Gatica, protagoniza esta obra de teatro documental basada en el caso de una violación grupal en España conocido como La Manada

Nancy Méndez C. | 07-10-2022
Escena de la obra Jauría
El público reflexiona sobre las historias de los denunciantes y los acusados. Foto: Cortesía Nancy Méndez C.



 

Ana Sofía Gatica creció en una familia multidisciplinaria. Su abuelo fue el llamado Rey del bolero, el cantante y actor chileno Lucho Gatica (1928- 2018), su tío es el actor Luis Gatica, al igual que su hermano Carlos (Hermosillo) Gatica y su primo Alfredo Gatica, y su padre es el exfutbolista Carlos Hermosillo. Sin embargo, la joven de 26 años de edad se decidió por la actuación.

Ana Sofía actualmente es la protagonista de la obra de teatro documental Jauría, que se presenta en temporada en el Foro Lucerna, una historia creada por Jordi Casanovas a partir de la transcripción del juicio realizado a los integrantes del caso de La Manada, respecto a los hechos de violación grupal ocurridos durante los San Fermines, en Pamplona, España, el 7 de julio de 2016.

Desde chiquita decidí ser actriz. Una vez mi mamá (Aída Gatica) me llevó a ver El cascanueces y le dije: ‘tú me vas a ir a ver cuando esté allá arriba en el escenario’. Yo crecí con mi abuelo (Lucho Gatica), que vivió en casa 16 años, y es el regalo más grande que tuve, porque al final tuve ese referente artístico.

Él me invitaba mucho a empaparme de cuestiones musicales, visuales, cinematográficos y de teatro. Al final yo sabía que quería hacer teatro, aunque he explorado otras vertientes. Hay algo que me da la escena, que es otra cosa”, afirmó en entrevista con Excélsior.

En Jauría, obra construida con fragmentos de las declaraciones de la denunciante y los cinco acusados, Ana Sofía, única mujer en escena, trabajó bajo la dirección de Angélica Rogel, junto a actores como Rodrigo Virago, Roberto Beck, Daniel Bretón, David Calderón León en alternancia con Antonio Peña, y Eduardo Tanús.

Me siento responsable y con un peso tremendo de contar la historia de la manera más digna y de representarla a ella, porque al final ella representa a muchas ellas, quienes han estado en esta situación.

Saber del caso me desbarató. No es algo nuevo tristemente, pero también es muy fuerte cuando te adentras a cada caso. Ahora escuchamos de tantos casos, que no hay forma de no empatizar y que no nos llene de rabia.

Vivir este proceso de ensayos de dos meses e identificarme como mexicana y como mujer expuesta todos los días y, al mismo tiempo, privilegiada de poderlo hacer en escena, fue un conflicto al decir ‘le voy a entrar a esto, ¿desde dónde?’. No es algo que se pueda hacer a la ligera”, señaló.

La actriz, quien participó en la película Sexo, pudor y lágrimas 2, en las series Control Z y Madre sólo hay dos: 3, y en las puestas en escena Conejo blanco conejo rojo y La obra que sale mal, describió lo que el público ve en escena.

Lo que hizo Jordi Casanovas es acotar y reordenar el caso. La obra se divide en tres: la parte del interrogatorio que le hacen tanto a ella como a ellos, así como la forma en que cada uno viven su versión de los hechos; la segunda parte es el interrogatorio que le hacen los abogados a ella; y la tercera, el interrogatorio de uno de ellos con la fiscal.

Verán las perspectivas, las reflexiones, recuerdos y vivencias de cada uno de los personajes. Al final, nos enteramos como este caso permeó las leyes y el código penal español y los movimientos feministas”, dijo.

Para la actriz, el proceso creativo fue de mucha emotividad, “un viaje personal muy fuerte”, que fue arropado por sus compañeros en escena y el trabajo de la directora.

El desafío más grande que tenemos como equipo es que la gente venga. Estamos llenos de esta información en nuestro país y lo último que queremos es ver en el teatro lo mismo que replica nuestra sociedad, pero hay que darle la oportunidad a esta obra y que nos pongan en un lugar dentro de la conversación incómoda.

A mí, como actriz, me mueve de lugar y me pone en los zapatos de una sobreviviente de un caso de abuso. La palabra ‘víctima’ dejó de resonarnos a la mitad del proceso y hablábamos de hacerlo desde un lugar de honor, de fuerza y victoria, a partir de todo lo que sucede y todo lo que se logra”, destacó.

 

 

 

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