Cypress Hill revienta el velódromo

La banda californiana, una de las más representativas del rap estadunidense, regresó a la capital del país tras cuatro años de ausencia

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Cypress Hill

Ayer, el Velódromo Olímpico de la Ciudad de México se convirtió en el espacio ideal para dar rienda suelta a una de las fiesta del rap y hip hop más esperadas de lo que va de este 2023 con la presencia de Cypress Hill y Prayers, quienes enloquecieron a seis mil personas.

Amplios baggies, camisas de franela, mucha tinta en la piel, botas industriales, gorras y alguno que otro paso de baile al mejor estilo del break dance, enmarcaron la presentación de la banda que regresa tras cuatro años, y una pandemia, a la capital del país.

Pachecos, cholos y chundos, casi como diría la letra de Jaime López, fue la constante a la espera de la presentación de Cypress Hill, en donde el ambiente no olía a tabaco, pero sí a mariguana, a mucha mariguana.

Poco antes de las 10 de la noche, la banda integrada por B-Real, Sen Dog y Eric Bobo tomaron el escenario para dar una cátedra de cómo se hace el rap californiano desde hace más de 30 años.

Mexico City, Mexico City”, llamó Cypress a su salida al escenario. Con la Marcha Imperial de Star Wars acapararon la atención de la banda que atenta esperaba ser acribillada con cada beat que lanzaban... incluyendo un pequeño mash up de Tears For Fears, Beastie Boys, Aerosmith & Run DMC, y Eye of The Tiger, de Survivor.

Entre el rap y el metal no hay pleito, ambos géneros pueden convivir en una mezcla brutal con Enter Sandman, en la que le surgen dudas a B-Real. “¿Quieren ponerse high?”, la respuesta fue obvia cuando con las primeras notas de la mezcla de Smoke Weed y Yo quiero fumar, en su versión español.

La vista era surrealista: los vendedores de cerverza, los consumidores de mariguana bailando, Cypress Hill en el escenario y los aviones que ayer despegaron por ese lado del aeropuerto convirtieron el concierto en un viaje único.

Espero que la estén pasando bien esta noche con Cypress”, dijo Sen Dog, antes de las primeras rimas de The Shit Goes Down. “Mi gente, ¿cómo se la están pasando? ¿Chingón? Estas son dos canciones mezcladas en una dedicada para la policía”, lanzó para dar paso a Sound Of Da Police, que llegó hasta el último rincón del Velódromo y continuar con Oh Shit!

Prayers llegó al escenario alrededor de las 20:30 horas generando una gran expectativa entre los presentes que, sabiendo que es el esposo de la afamada tatuadora Kat Von D, el show estaría plagado de emoción, sonidos altos, y mucha energía, sin embargo pareciera que ni el “México, México, México”, pudo encender a la banda.

Pero eso no le impidió a Rafael Reyes, su nombre de pila, mexicano, de dar un set de poco más de una hora que con temas como Mexica, Black Leather, Chloani, Young Gods Never Die y Chologoth.

Mi gente, los quiero mucho. Hermanos y hermanas los dejo con este camino y quiero que sienta que en mi corazón siempre están y nunca los olvido y quiero que sepan que pronto los miro porque la muerte es parte de nuestro destino”, lanzó Reyes.

El clima hizo que los asistentes se sintieran como si estuvieran en la costa oeste de Estados Unidos, donde en los 80 no sólo se gestaba el hard rock, sino también el rap y el hip hop.

En esa época, la inspiración para ambos eran los Malosos de Los Ángeles, el equipo de futbol americano Raiders, su estilo —aunque ahora son el equipo de Las Vegas, Nevada— ha permanecido entre la banda que utiliza sus jerseys con los números de los jugadores de aquella época y que casi 40 años después siguen predominando en cada concierto de rap que se ofrece.

Y no es para menos, los Raiders en los 80 representaban muchas cosas, pero también se volvieron una imagen constante en los presentaciones de Cypres Hill, y en la Ciudad de México, uno de los lugares donde más fanáticos tiene el ahora equipo de Las Vegas, no iba a ser la excepción. Tanto hombres como mujeres portaron el jersey oficial, y a la entrada del Velódromo en algunos de los vehículos antiguos y las bicicletas se pudo encontrar el famoso pirata plateado en el fondo negro. 

El Velódromo se convirtió, en tan sólo una tarde, en ese espacio donde todos podían convivir, lo mismo cholos, fresas y uno que otro rockero perdido convivieron a través de la música. Mientras ellos mostraban sus tatuajes y sus modificaciones corporales, ellas lucieron sus cinturas y la tinta plasmada en su piel para siempre. Bandas como Proof & Señor Marrano y Remik Gonzalez se dieron a la tarea de darle pelea directa al EDC con un concepto, música y público diferentes. Los asistentes hicieron sentir arropados a dichas bandas y también a figuras como Kaktov y LNG / SHT.

Es un placer estar aquí esta noche, conozco a muchos de aquí, buenas noches yo soy LNG / SHT”, señaló el rapero originario de Cancún mientas encendía la velada para dejar el escenario calientito a Prayers, no sin antes restregarles en la cara a los asistentes que muchos rebasaban los 40 y eran el clásico chavorruco que aún asistía a conciertos y se emocionaba con Chico Ché y su Quem pom po, pero es justo esa banda la encargada de pasar el mensaje de generación en generación.

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