Presentan en exposición el origen entre fantasmas y amores

CIUDAD DE MÉXICO. “La parte más divertida de ser artista es atreverte, ir hacia lo desconocido, explorar más allá de la certeza que te ha dado tu técnica”, afirma la pintora y dibujante mexicana Magali Lara (1956).

En la antesala de sus 65 años, con 40 años de trayectoria y nutrida por “ese espacio de libertad” que le dio la cuarentena por la pandemia, “pues tuvimos que habitar la intimidad de maneras muy diferentes”, la creadora decidió combinar y mezclar “cosas que aparentemente no tienen sentido” y explorar su identidad desde otro ángulo.

Así nació su exposición más reciente, Toda historia de amor es una historia de fantasmas, que reúne 25 piezas, entre pinturas, dibujos, libros de artista e instalaciones, que se inaugurará el sábado 14 de agosto en la Galería 526 del Seminario de Cultura Mexicana.

La muestra reflexiona en torno a la tercera etapa de la vida, que es la vejez, la cual puede durar muchos años. Aquí vas desmontando tu identidad. Ya no tienes el rostro de antes, es el de alguien viejo; cambia tu cuerpo, tu disposición, pero también tu mirada.

Es un momento increíble para explorar el origen, lo que fuiste y lo que pensaste que hiciste. Eso es lo que posibilita una identidad nueva. Tiene una parte de duelo fuerte, pero también una parte muy potente de construir cosas nuevas”, comenta en entrevista con Excélsior.

La egresada de la Antigua Academia de San Carlos –quien trabaja desde los años 70 con temas relacionados al cuerpo, las emociones, la identidad, lo femenino y la otredad– agrega que en la exposición toca el amor, “pero no sólo el amor erótico, sino el de madre, de hija, de hermana, con una mirada distinta”.

A partir de seis pinturas, ocho dibujos grandes y cinco de pequeño formato, cuatro libros de artista y dos piezas de instalación para mural exterior, Lara cuenta historias no lineales, “sino desde las imágenes con cierta ambigüedad, que tienen que ver con los procesos de identidad y la manera como influye la capacidad de amar”.

La también gestora y maestra explica que “los cuadros y el espacio de la exposición te llevan de un lado para otro; es algo más sensorial, más visual y de experiencia. La muestra está pensada y puesta de tal manera que las imágenes evoquen lo que se te antoje”.

Detalla que el tema de los fantasmas será visible en el montaje. “Haré unos dibujos grandes en el muro y sobre ésos se acomodan los cuadros, como si las obras tuvieran sus propios fantasmas”.

Quien se define como “una lectora compulsiva” y admite que la literatura y el sicoanálisis nutren su obra indica que, en su caso, la técnica tiene que ver con un grado de sensibilidad casi de tacto.

Siento que los dibujos están más cerca de lo conceptual, y las pinturas tienen un lenguaje que habla más al cuerpo, a la inteligencia corporal. Son como voces que se mezclan y tienen sus encuentros o sus desencuentros.

Durante la pandemia, Magali Lara creó esta exposición que es una reflexión sobre la tercera etapa de la vida: la vejez.

Una de las piezas más grandes, que se exhibe afuera de la galería, es una página de unos diarios que hice hace años. Y la idea es demostrar que tenemos la posibilidad de leer las imágenes casi de una manera narrativa. Nuestra capacidad visual de poder entender secuencias y gestualidades nos habla de esta posibilidad de narrar”, añade.

La autora cuya obra está presente en colecciones de museos como el Modern Art en Nueva York (Estados Unidos), el Stedelijk Museum voor Actuele Kunst en Bruselas (Bélgica), el Archivo Lafuente de Cantabria (España) y varios de México posee una especial pasión por los libros de artista.

Es una propuesta aún vigente de exploración muy personal y amplia. Estamos en un momento de proliferación otra vez. Son ese momento más íntimo, más literario, pues todo lo demás crea un ambiente en el que te vas desplazando. Para mí, siempre son compañeros, son un registro y el primer lugar de exploración”, señala.

La muestra Toda historia de amor es una historia de fantasmas, que permanecerá en exhibición hasta el 3 de octubre, “está pensada como un continuo que permita al espectador leer la obra como una historia de voces distintas, de figuras que aparecen en primer y segundo plano haciendo eco unas a las otras”, concluye Magali Lara.

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