Margo Glantz, tuitera y sanadora de cuerpos

GUADALAJARA. “Soy tuitera. Si no escribo un tuit todos los días es como si no me pusiera ropa interior”, afirmó sarcástica la escritora mexicana Margo Glantz (1930).

Para mí es importante escribir tuits, a veces sueño con tuits”, comenta la narradora de 91 años, quien confesó que “trabajo mucho con Wikipedia y con Facebook”.

La novelista, ensayista, crítica literaria y académica dictó ayer una conferencia en el Salón Literario Carlos Fuentes de la 35 Feria Internacional del Libro de Guadalajara y recibió la medalla que lleva el nombre del autor de La región más transparente de manos de su viuda, la periodista Silvia Lemus.

Ante un Auditorio Juan Rulfo repleto de jóvenes, la sorjuanista reflexionó tanto sobre la novela Aura de Fuentes, que une el terror y el erotismo, como sobre el método de su escritura y los temas que le interesan.

La autora de 20 novelas confesó que “la fragmentación con la que empecé escribiendo, por la que no me publicaban las editoriales, acabó siendo mi modelo más importante. Ahora mi escritura es la fragmentación de la fragmentación, que se volvió pulverización”, agregó quien fue presentada por la escritora Gabriela Jáuregui.

Estoy viva todavía, pero pronto me voy a pulverizar obviamente, qué horror”, añadió conmovida. “Tengo casi 92 años. Aquí me ven muy elegante porque me vestí como para Primera Comunión”, indicó ante los gritos y los aplausos de los asistentes. “Muchas gracias. Me siento ideal”, concluyó.

ES INFLUENCER

Jovial, alegre, irónica, Glantz pidió que ya le entregaran la Medalla Carlos Fuentes que, aclaró Lemus, “es de oro puro”.

Antes, Jáuregui enfatizó al presentarla: “Ella misma se nombra ‘paleomilenial’. Margo es una de las escritoras más vitales, emocionantes, retadoras y experimentales de nuestro continente.

Es también una gran mentora, profesora, generosísima crítica, periodista y pensadora académica, que se revela justamente contra las normas de la academia y entra en espacios antes negados a las mujeres para subvertirlos; para abrir paso a otras, para dejar ahí su rastro como pistas, como revelación, para que quienes venimos podamos llegar”, añadió.

Para Jáuregui, la autora de Las genealogías, El rastro y Saña “es una de las narradoras que más se ha rebelado contra las expectativas, no sólo que hay en relación con las mujeres en nuestro país, sino también contra las que existen sobre la escritura.

Ha transformado la crítica misógina en una fuerza que nutre su escritura erótica y vital”, dijo.

Y la definió como “la recuperadora, la cuidadora, la sanadora de cuerpos abiertos, tullidos, disidentes, enfermos, sensuales, deseantes. La dialogadora de tradiciones, la influencer, la libertina y libre, la de palabras látigo. La escritora del deseo y la desobediencia”.

Aseguró que “el cuerpo de su obra es múltiple, multiforme, insurrecto, marcado, escrito y vital, un cuerpo que se vuelve parte de nuestros cuerpos”.

Por su parte, Raúl Padilla, presidente de la FIL Guadalajara, destacó que Glantz “es una de las escritoras más queridas y valoradas por los jóvenes, por lo que la vigencia de su obra es indudable”.

Fue un día de reencuentros y abrazos. Entre el público, en primera fila, estaba la escritora chilena Diamela Eltit, amiga de Glantz y ganadora este año del Premio FIL de Literatura en Lenguas Romances.

Al final, Lemus, Glantz y Padilla se tomaron la fotografía del recuerdo, mientras que varias jóvenes ya esperaban, con libro en mano, para que la escritora homenajeada les regalara un autógrafo.

cva

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