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Expresiones

Fernardo Savater y Sara Torres, ligados por el amor y las ideas

El filósofo español muestra su lado más íntimo en la peor parte, las memorias de su vida durante 35 años con su esposa, quien murió en 2015

Virginia Bautista | 07-06-2020
Ilustración: Jesús Sánchez
Ilustración: Jesús Sánchez

CIUDAD DE MÉXICO.

Si tú no lo cuentas, nadie sabrá lo que hemos sido el uno para el otro”, le dijo Sara Torres Marrero a su esposo, el filósofo español Fernando Savater, con quien compartió 35 años de su vida, tras enterarse de que ella tenía un tumor cerebral que le ocasionó la muerte el 18 de marzo de 2015.

Esto lo cuenta Savater en el prólogo de su libro más reciente, La peor parte (Ariel), en el que recupera sus memorias de amor con “la primera lectora de mis libros”, tras cuya muerte prometió no volver a escribir.

Dije que ya no iba a escribir más libros. Era la actitud más lógica, porque hasta entonces –durante muchos años– los escribí para alguien que ahora ya no podría leerlos”, apunta el autor de unos 50 títulos.

Sin embargo, decidió darle vida a este volumen de 243 páginas, “que no es una autobiografía”, porque “en la niebla de la tristeza y la desgana final, me recomía la sensación de que había algo aún por hacer… Algo faltaba todavía, dejaba mal cerrada la puerta de mi alma… Cuando se es escritor, ¿puede uno conformarse con llorar?”, se preguntaba.

Así, tras cinco años de trabajo, el ensayista confeccionó La peor parte, que los editores definen como “un canto emocionado a la vida, una llamada a amar y disfrutar en todo momento con la persona que amas”.

 

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En este libro, apuntan, está la pérdida, la ausencia, la muerte, el dolor y la enfermedad; pero también la lucha, el compromiso, el sexo, las risas, las bromas y las complicidades. “Todo eso es la vida”.

El también novelista de 72 años detalla en el texto introductorio su intención al escribir este título, en el que comparte por primera vez sus sentimientos más íntimos hacia su compañera de vida.

Debía intentar hablar de ella, no sólo de su pérdida, sino de ella viva y palpitante, de lo que vivimos juntos, de todo lo que me dio y no sólo de lo que me quitó su ausencia… Tratar de acercarme a lo que ella fue en sí misma, sin relación conmigo, su indómito secreto que apenas vislumbré y amé a ciegas”, indica.

Dividido en las secciones “Caer en desgracia”, “Mi vida con ella” y “Nueve meses”, donde a manera de epílogo narra “la tortura de esfuerzos clínicos tratando de rescatarla”, el dramaturgo está convencido de que “recordándola lo mejor que puedo, quizá logre que el lector se enamore un poquito de ella, por contagio”.

Para el ensayista mexicano Carlos Rubio Rosell, estudioso de las letras hispánicas, este título es una pieza sui generis no sólo en la obra de Savater, sino en toda bibliografía, explica en entrevista con Excélsior desde España, donde vive desde hace décadas.

A medio camino entre el canto de amor puro y duro y la memoria política, entre el dietario sentimental y el autorretrato sin pudor; algo extraño que en manos de Savater se convierte en una declaración de amor de aroma tristísimo que, sin embargo, no termina siendo un himno fúnebre, sino un canto a la vida compartida, a lo que dos seres humanos pueden vivir ligados por el amor y las ideas, por la creación artística, la vida cotidiana y la política”, dice.

 

ESCRIBIR, UNA FORMA DE DESNUDEZ

A Carlos Rubio no le sorprende que el autor de La filosofía tachada, El jardín de las dudas y Las preguntas de la vida revele su intimidad en esta especie de “canto de despedida”, porque públicamente ha reiterado que, ahora sí, éste será su último libro.

Quizá deberíamos dejar de creer que pensar es un asunto público, como no lo es en general escribir. Son cosas muy íntimas, hay que subrayarlo, y quien crea lo contrario se equivoca.

Escribir es una forma de desnudez, en la medida que implica una absoluta sinceridad, aunque luego mientas o te travistas en muchos personajes o en el autor; pero hay que despojarse de casi todo para hacerlo. Y da igual si escribes de nihilismo, de amor o del vecino de enfrente”, agrega.

El también poeta aclara que Savater sigue siendo Savater en este libro. “Está su lucha política, su manera de ver la vida y su aportación a cómo experimenta la muerte de un ser amado; está todo lo que configura al ser que ha sido como intelectual y como persona.

En todo caso, avanza un paso hacia adelante, o salta al vacío. Y ahí se revela un ángulo inédito en él, porque conocemos hasta qué punto el gran filósofo se estremece con la vida cuando la vida lo machaca de verdad”, indica.

El autor de El territorio de La Mancha. Cartografía esencial de la literatura contemporánea escrita en lengua española está convencido de que Savater no peca de falta de pudor y franqueza cuando comparte sus momentos íntimos.

No peca, sino que hace penitencia, porque si quería explorar a fondo lo que representó la vida de Sara, su mujer, debía hacerlo así, sin vergüenza, enfrentándose a todos sus fantasmas, a los que encara y les habla sin retórica.

Lo cierto es que Savater cierra su ciclo como escritor añadiendo esta faceta que tenía muy guardada y lo hace de manera brillante, arrojando al futuro a su propio personaje sin dejarse prácticamente nada en el tintero”, concluye.

En La peor parte se publican unas 27 fotografías de Sara Torres, tanto con el filósofo como con su madre y sus amigos. Destacan las visitas que hicieron juntos a Venecia, Dublín, Reino Unido, Nueva York y Mallorca.

Al final, Savater aclara que “lo que cuento en estas páginas no es ‘la peor parte’ de mi vida, sino sin duda la mejor, el oro y las piedras preciosas engarzadas en la memoria...”.

 

 

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cva

 

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