Alumnos47; dispersión artística
Publican un libro que sirve como cartografía de los principales conceptos que abordan los creadores emergentes a lo largo y ancho del país

CIUDAD DE MÉXICO.
Alrededor de un 90 por ciento de artistas mexicanos jóvenes realizan actividades ajenas al arte para obtener ingresos económicos. El contexto sociopolítico del país determina la producción de arte. Los creadores viven en un estado de emergencia. La profesionalización del artista se convierte en una carrera de resistencia. Una generación no siempre se determina por edades, sino por afinidades conceptuales. La actual, es una generación de artistas dispersos en el amplio sentido del concepto.
Son algunas ideas que arroja Dispersión, una investigación de Juan Caloca (Ciudad de México, 1985), en colaboración con Homero Fernández, quien mapea los conceptos en que se produce el arte joven mexicano. No en un sentido de catálogo de obra, sino una enumeración de las nociones que revelan los cimientos de la estética actual. Lo que se convierte en un ejercicio de autoexploración para entender el presente a través de sus actores. El proyecto se materializó en un archivo digital disponible en internet (https://alumnos47.org/Dispersion/) y un libro editado por Fundación Alumnos47.
A través de la voz de 135 artistas de diferentes estados del país se apostó por trazar una cartografía de las preocupaciones, intereses y conceptos en las que se sustenta su producción: “Nos interesaba una investigación para saber las necesidades reales que tiene una generación específica”, precisa el también miembro fundador de la Cooperativa Cráter Invertido.
El primer interés era hacer una beca para artistas jóvenes, pero mientras pensábamos cómo iba a ser la beca nos dimos cuenta de que necesitábamos saber cuáles era las necesidades antes de decidir qué tipo de beca dar. Lo que nos interesaba era no sólo hacer un catálogo de obra, sino hacer un mapeo de conceptos e ideas que están alrededor de la práctica artística, entonces empezamos la investigación muy dispersa, sin una metodología ortodoxa”, apunta en entrevista.
La exploración derivó en dos productos. El primero es un archivo con las 135 entrevistas que hizo a jóvenes artistas nacidos entre 1980 y 1990, aunque hay algunos de mayor edad. Estas pláticas son el epicentro de la investigación, pues a partir de ellas se generó una suerte de glosario de más de 400 términos que dan cuenta de los conceptos más recurrentes en la producción. Ideas como violencia, trayecto, tiempo, represión, queja, nostalgia, memoria o miedo. Y la invitación al lector es que haga vínculos entre cada uno para generar una reflexión propia sobre la actualidad.
Las entrevistas, algunas hechas de manera presencial y otras vía Skype, giraron alrededor de dos preguntas: ¿Cómo generas tus recursos económicos? y ¿qué piensas del estado actual del país y cómo te afecta ? “El eje principal es tratar de entender un espíritu de la época a través de los conceptos que los artistas abordaban, y estas dos únicas preguntas me interesaban para entender el contexto. Lo importante primero era saber sus ideas y conceptos, y después el contexto: cómo sobreviven”, detalla Caloca, quien descentralizó el proyecto con entrevistas a creadores del norte y sur del país.
Las respuestas sobre los recursos económicos se pueden escuchar en un audio continuo de una hora 43 minutos. Son las confesiones de los entrevistados quienes coinciden, en general, que no viven de su arte, sino de actividades paralelas, en el mejor de los casos relacionadas con la cultura en instituciones públicas o privadas. Demandan también lo complejo del sistema de becas, del mercado del arte y el estado de emergencia en que producen.
Sobre la situación del país, se grabaron más de cinco horas de quejas, propuestas, juicios, contradicciones y bromas; también disponibles en la página de internet. La idea predominante es que el contexto social de violencia y crisis influye en gran medida el perfil de las obras.
Como una consecuencia natural de la investigación, sin ser el propósito central, se obtuvieron datos estadísticos sobre el género, edad y origen de los artistas. Predominan artistas de la Ciudad de México, Oaxaca, Guanajuato, Estado de México, Morelos, Querétaro y San Luis Potosí. La mayoría de los entrevistados nacieron entre 1985 y 1989, aunque hay de 1975. Y en cuanto al sexo es mayor el número de hombres.
Colaboraciones creativas
Después de recolectar las opiniones, analizar y ordenar los conceptos, se invitó a colaboradores de diferentes áreas a interpretar los datos y sintetizar las ideas para concluir en algún producto para la publicación física. Participaron Anni Garza Lau, Diego Salvador Ríos, Daniela Cruz, Diego Beauroyre, Eva Posas, Homero Fernández, Juan Arturo García, Juan Caloca, Luciano Concheiro, Sandra Sánchez, Víctor del Moral y Valentina Jager. Cada uno realizó un ejercicio propio que da forma al libro editado por Alumnos47.
Por ejemplo, Diego Salvador Ríos generó una metanovela, Luciano Concheiro abstrajo de los audios los comentarios negativos sobre el país para generar una suerte de coro, Valentina Jager hizo una serie de poemas y Víctor del Moral construyó un abecedario de palabras a partir del glosario original, cada concepto sirvió para derivar en otro.
Queríamos dar estos datos de una manera más digerible, más poética, y por eso hicimos estas colaboraciones con filósofos, diseñadores, críticos, artistas, incluso hay una sicóloga que generan un libro de artista y se complementa con el archivo”, dice sobre el libro coordinado por Eva Posas.
La publicación juega con el concepto de dispersión, y entre los poemas, breves relatos literarios y glosarios se intercalan los correos electrónicos que Caloca estableció como medio de comunicación con los 135 artistas, y algunas transcripciones de las respuestas que va formando una suerte de bitácora del proceso de investigación. Leer entonces el libro es también visualizar cómo el proyecto se construyó a partir de las relaciones con los otros, y ello evidencia que el arte se sirve mucho de las redes entre creadores.
Si bien la investigación cierra con el libro, Caloca lo ve como una provocación para indagar más en la crisis actual de la cultura en México; una tarea que debería hacerse desde las instituciones, señala.
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