Sin sentido

• ¿Cuántas veces más ocurrirá el manoseo de directivos y entrenadores?

Francamente que tratar de entender lo que sucede en el balompié mexicano es digno de un estudio kafkiano de alto nivel. Le cito algunas de las incidencias del presente torneo.

Un jugador de importancia, como Alan Mozo, de Chivas, hace públicas en sus redes sociales una serie de recomendaciones para apuestas deportivas; a todas luces, algo indebido, el resultado, no pasa nada. Difícil sancionar a alguien en una liga donde uno de los patrocinadores más importantes es una casa de apuestas y, a la vez, es propietaria de dos equipos.

Algo de llamar la atención, pues mientras que en algunas ligas europeas han decidido dejar de permitir los patrocinios de las casas de apuestas, en nuestra liga es un tema tabú.

Por otra parte, una vez más, uno de los equipos de mayor jerarquía en nuestro futbol, las Chivas, cambia a sus directivos, que fueron a traer de España, así como al entrenador, dando de nueva cuenta muestras de un total desconocimiento de la administración de un equipo de futbol. La pregunta obligada es: ¿cuántas veces más ocurrirá el manoseo de directivos y entrenadores? Pareciera ser parte de las formas de administración de los herederos del equipo de la familia Vergara, sencillamente es un barco sin rumbo y, por lo visto, con otra pregunta obligada. ¿Dónde está el capitán?

Y para seguir con las preguntas sin respuesta, resulta hasta cómico lo acontecido en el seno del equipo de la UANL, los Tigres, que, a pesar de marchar en el tercer lugar de la tabla general, aun sin su ariete, el francés Gignac, optan por despedir al técnico Veljko Paunović, pues se dice que su relación no era la adecuada con sus jugadores, situación que se debía a la exigencia que constantemente ejercía sobre la plantilla. Acto seguido, le hacen una grilla interna, lo echan, de acuerdo con la directiva, retiran de la cancha al artífice del movimiento y lo nombran entrenador.

Un caso más de un lidercillo, como Guido Pizarro, que se sale con la suya al correr a un entrenador, dejando en entredicho la autoridad de los propios directivos, que ahora le han dejado en charola de plata el equipo para que el argentino decida todo. Nada más aberrante y cómico, un sinsentido más de la administración del balompié nacional, que claramente demuestra el porqué es de tan bajo nivel. Algo así como la movilización organizada en el libro Rebelión en la granja, de George Orwell.

Todo un caso de estudio, pues, es nuestra liga de futbol; el asunto es intentar contratar a un psiquiatra que nos acepte la propuesta, pues ninguno le entraría, ya que es un verdadero galimatías.

Un sinsentido total.

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