Cuando se tiene 17 años

Cómo es posible que a los 17 años o menos, te digan que hay metas que son inalcanzables. Cómo registrar a esa edad los traumas y los tropiezos que aquejan a un país sin importar el rubro. Nos ubicamos en el deportivo, en el futbolero para ser más exactos. ¿Qué ...

Cómo es posible que a los 17 años o menos, te digan que hay metas que son inalcanzables. Cómo registrar a esa edad los traumas y los tropiezos que aquejan a un país sin importar el rubro.

Nos ubicamos en el deportivo, en el futbolero para ser más exactos. ¿Qué responsabilidad o qué liga a un joven de esa edad con lo que ha sucedido anteriormente? Nada. Afortunadamente a esa edad hay cierta virginidad de pensamiento y los sueños son libres en términos fronterizos. Su cabeza representa el más grande motor. Sí, hay que entrenar y adoptar principios indispensables de quien pretende ser un atleta de alto rendimiento: responsabilidad, entrenamiento serio, disciplina, coraje, entrega, paciencia, sacrificio, tolerancia a muchas cosas, sobre todo a las envidias y a los altos que pretenden imponer muchos que se cruzan en su camino y que, por alguna u otra razón, no les conviene que se abran paso al éxito.

Después viene la etapa del profesionalismo, donde muchas cosas suceden ajenas al talento per se del jugador: amaños, transas, negocios sucios y, evidentemente, coincidir con el gusto de los entrenadores que se van encontrando en el trayecto, porque, nos guste o no, esto muchas veces pasa por un análisis subjetivo, sin ser necesariamente el mejor. De ahí, aterrizar en una institución que verdaderamente crea en el talento del futbolista mexicano y que, al menos, iguale condiciones para sobresalir con el extranjero, es decir, que sus niveles de confianza estén cuando menos 50 y 50.

Cuando se tiene 17 años hay un mundo por devorar; una cantidad de metas que no encuentran espacio suficiente de almacenaje. Y en nuestro futbol, nuestra historia reciente, cuando se tiene 17 años, los recuerdos están frescos. Las historias de éxito están muy a la mano; historias inspiradoras que, a juzgar por los hechos, son modelos que pueden tener segundas y terceras partes. Cuando se tiene 17 años importa un bledo si hay un estadio en contra o no, porque los límites deben estar en uno mismo, no en los factores externos y, lo que no sirve, debe ser desechado.

Cuando se tiene 17 años se puede soñar, se puede cambiar la historia. Por qué no, una vez más, por qué no.

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