El rey del engaño
Gaylord Perry ensayaba frente al espejo los movimientos que realizaría en la loma, con los que buscaba engañar a los bateadores. Se tocaba la visera de la gorra, la oreja derecha, la barbilla, el cuello y el antebrazo izquierdo, todo para generar confusión y distraer a ...
Gaylord Perry ensayaba frente al espejo los movimientos que realizaría en la loma, con los que buscaba engañar a los bateadores. Se tocaba la visera de la gorra, la oreja derecha, la barbilla, el cuello y el antebrazo izquierdo, todo para generar confusión y distraer a los rivales, que siempre estuvieron más al pendiente de la leyenda de ser un pitcher que le untaba sustancias ilegales a la esférica.
Billy Martin, manager del equipo rival, amenazó con llevar a un perro pastor alemán a la loma para que olfateara a Perry y descubrir el lugar en el que escondía las sustancias pegajosas. En otro juego, una cámara de televisión le dio seguimiento total al lanzador para intentar atraparlo, pero no se descubrió anomalía. Luego fue un ampayer, quien sorpresivamente le quitó la gorra sólo para descubrir la marcada calvicie del serpentinero.
Perry siempre defendió su inocencia, aunque se dejaba llevar por la polémica para ser parte de la trama y aprovechar las distracciones para convertirse en un pitcher dominante a partir de la temporada 1966 con sus 21 victorias.
En 1974 publicó su autobiografía, Yo y el escupidor, en la que aceptó abiertamente lanzar bolas ensalivadas a partir de 1964, aunque supuestamente cuatro años después dejó de hacerlo. Más adelante, Gaylord Perry dijo que lo que reveló en el libro fue también parte del engaño.
Perry inició su carrera con los Gigantes, pero las acusaciones tomaron fuerza al pasar a la Liga Americana con Indios de Cleveland en 1972. En una ocasión los coaches de ese equipo invitaron a los ampayers al bullpen para que vieran lanzar de cerca al pitcher, quien los dejó maravillados con el movimiento que hacía su lanzamiento de tenedor al realizar una marcada caída al llegar al home. Justo era ese movimiento el que los rivales dudaban que fuera natural y que muy seguramente le untaba alguna sustancia a la esférica.
Al serpentinero, quien ganó 314 juegos y ponchó a 3 mil 534 en sus 22 años de carrera, jamás se le comprobó algo ilegal, pero siempre estuvo acompañado por esa leyenda. Gaylord Perry lanzó en las Grandes Ligas hasta los 44 años y es miembro del Salón de la Fama. Fue el primer lanzador en ganar el Cy Young en ambas ligas, primero lo consiguió con Cleveland en 1972 y luego lo obtuvo, a los 39 años, con los Padres de San Diego, en 1978.
Su hermano Jim, tres años mayor, también fue un destacado pitcher. De hecho, son la única pareja de hermanos que ha ganado el Cy Young, ya que Jim se llevó el trofeo en 1970. También fueron los primeros en lograr temporadas de 20 victorias.
Gaylord Perry estuvo ligado al beisbol hasta su muerte a los 84 años en 2022. En cada evento al que era invitado recibía las mismas preguntas sobre la supuesta manipulación de las pelotas, cuestionamientos a los que el famoso lanzador sólo respondía con una sonrisa.
