El clavo de Ted
Los entrenamientos primaverales de los Medias Rojas de Boston en Sarasota, Florida, siempre eran esperados por la presencia de Ted Williams. El pelotero disfrutaba de los ratos libres para ir de pesca con algunos de sus compañeros y tenía el consejo oportuno, incluso para ...
Los entrenamientos primaverales de los Medias Rojas de Boston en Sarasota, Florida, siempre eran esperados por la presencia de Ted Williams. El pelotero disfrutaba de los ratos libres para ir de pesca con algunos de sus compañeros y tenía el consejo oportuno, incluso para los novatos. Esos días eran el momento ideal para convivir con la gran estrella.
Fue en su primera pretemporada, en 1938, cuando el bat boy del equipo bautizó a Williams como The Kid, apodo que le siguió a lo largo de su brillante carrera. Esa primera visita no fue del todo agradable, ya que los jugadores veteranos se burlaban del joven de 19 años, originario de San Diego, quien buscaba abrirse un camino en las Grandes Ligas.
Ya establecido como estrella de los Medias Rojas, Ted Williams provocaba que sus compañeros se amontonaran durante la práctica para admirar el recital al chocar su pesado madero con las esféricas, que salían disparadas a los jardines del caluroso diamante floridano. Era la mejor clase sobre el arte de batear.
La promesa que realizó en sus inicios en el beisbol de “quiero que cuando camine por la calle la gente diga: ahí va Ted Williams, el mejor bateador que haya existido”, se había cumplido.
Williams ya tenía cuatro títulos de bateo, uno de ellos con promedio de .406. Sumaba dos premios como Jugador Más Valioso y 10 Juegos de Estrellas al presentarse a los entrenamientos primaverales de 1954, cita que resultaba esperada para sus compañeros ya que era su reaparición en Florida, luego de dos años de ausencia debido a su participación en La Guerra de Corea, como miembro de la Fuerza Aérea de Estados Unidos.
En el primer día, apenas a unas horas de haber reportado al campamento de los Medias Rojas y, luego de terminar con su práctica de bateo, Williams se fue al jardín izquierdo y al intentar atrapar una línea se resbaló y cayó sobre su lado derecho. El pelotero, de entonces 35 años, terminó con fractura de clavícula, por lo que se le insertó un clavo de acero de 10 pulgadas para mantener en posición el hombro.
No jugó hasta mediados de mayo. En una doble cartelera frente a Tigres de Detroit bateó de 9-8, incluyendo de 5-5 en el segundo duelo en el que pegó un par de cuadrangulares. Coronó su brillante participación con siete producidas.
Ese año concluyó con porcentaje de .345, 29 jonrones y 89 producidas. No se llevó el título de bateo al faltarle turnos oficiales debido a su ausencia al inicio de la campaña. Fue justo el veracruzano Beto Ávila, con .341, quien se llevó esa distinción, con Cleveland, en uno de los episodios más gloriosos para el beisbol mexicano.
Ted Williams dejó constancia de la clase de bateador, incluso después de una complicada fractura.
