Arturo Xicoténcatl

Arturo Xicoténcatl
El espejo de tinta

Se apaga un Sol

13 de Febrero de 2024

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Los dioses los eligen jóvenes. Se apaga el Sol del maratón. Muere Kelvin Kiptum, keniano de 24 años, de alados pies, de la tribu Kalenjin, poseedor del récord mundial de los 42,195 metros y el atleta potencialmente con mayores probabilidades de conquistar el oro olímpico en los JO de París. El destino le tenía reservada otra cita, otro camino. Mientras millones disfrutaban en la atmósfera galvanizante del Super Bowl, en una apartada carretera de África, en la oscuridad, se escribía otra historia que tiene consternado al deporte olímpico. Hace poco más de diez años, el inteligente y culto licenciado Mariano Albor (1940-2021) —tres o cuatro veces me invitó y lo acompañé a la academia para formar escritores, Fundación para las Letras Mexicanas, que dirige el exsecretario de Educación Pública Miguel Limón Rojas, en la Zona Rosa. En exposiciones magistrales, ilustrativas, amenas, de casi tres horas, sin el auxilio de notas, Mariano Albor dejaba tan profunda huella e impresión en el auditorio que se formaba la idea de que difícilmente en México o en América hubiese otra persona con tantos conocimientos e investigaciones acerca de la vida y obra de Tolstoi, Chéjov y Kafka; era un erudito en leyes, filosofía, literatura, historia; conocía de beisbol, futbol y deportes, más de lo que los lectores o comunicadores profesionales puedan imaginar—, de privilegiada memoria, me hizo un comentario duro, cruel, despiadado, con profundo contenido y sentido de una realidad social-deportiva: “A Salvador Sánchez lo mató la pobreza”. Salvador (1959-1982), campeón mundial de peso pluma del CMB, falleció en un accidente automovilístico en carretera, semejante al que sufrió Kiptum. Se señala que Kiptum perdió el control del auto que iba a gran velocidad. Con el impacto, su cuerpo fue lanzado fuera del vehículo. Con él perdió la vida su entrenador, el ruandés Gervais Hakizimana. De niño y adolescente vivió en la pobreza. En 2019 descubrió su enorme capacidad resistencial y que era dueño de una indomable fuerza de voluntad. Atleta excepcional y de trayectoria luminosa, meteórica, sorprendente, que lo que fabricó en diez años Eliud Kipchoge, La máquina de devorar maratones, dos veces campeón olímpico, él necesitó de tres maratones en un año. Nunca se presenció en el emblemático deporte olímpico del atletismo algo semejante. De pobre llegó con rapidez a las grandes bolsas económicas, sin abandonar sus hábitos alimentarios: un poco de ugalli, papilla hecha con harina de maíz, verduras, algo de carne magra y té. Sus secretos que lo llevaron a romper el récord mundial en 2:00’35” el 8 de octubre de 2023 en Chicago —la marca la poseía Kipchoge en 2:01’39”—, fueron ingentes entrenamientos fartlek y distancias de 300 km o más, a la semana, en las alturas del Valle del Rift, y al aprendizaje de correr en parciales negativos, con un cronómetro dentro de su cabeza. Su RM lo corrió en 1:00.48 la primera mitad y 59’47”, la segunda. Ganó Londres en 1:01’40”–59’45: 2:01’25; y en Valencia con RM en debut en maratón, en 2022, 1:01’42”–1:00’11”: 2:01’53”.

 

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