Logo de Excélsior                                                        
Comunidad

El Parque México, el emblema inolvidable de la CDMX

En la avenida México, que rodea al Parque México, se encuentra un punto histórico de la ciudad donde se encuentran las emociones y la magia ¿Lo conoces?

Pedro Díaz G. | 21-01-2019
Imagen de una fuente en el Parque México
El Parque México cuenta con 88 mil metros cuadrados. (Especial)

Hay una calle en la Ciudad de México que deslumbra por su armonía geográfica y esa calle rodea uno de los jardines más privilegiados del otrora Distrito Federal. Se trata de la avenida México, que rodea al Parque México. Es un punto de encuentro con las emociones.

Diríase mágico. Regresar a sus aromas de humedad, boscoso más que nunca, y desaparecer por el sendero que llevaba a una zona imposible de patinar, la que, no obstante, era el reto de aquellos aspirantes a ases de las cuatro ruedas. 

Salir a toda velocidad en curva desde la zona del lago, dejar atrás la última visión de los patos, sortearla sin dejar de deslizarse y entrar a la izquierda, cortando esa vuelta para salir directo a la zona imposible: tres escalones de piedra y varios metros más de irregular terreno. 

Imagen de una mujer en una fuente en el Parque México

Muchos caían, pero el intento era incesante. Patinar en el Parque México no es posible ya. El gobierno de la ciudad mejora, mantiene, pero castiga. Sí, es delicioso andar en sus arterias de curvas irrepetibles, pero los amantes de la velocidad sobre ruedas encuentran ahora un nuevo adoquín cuyos grabados en relieve impiden tránsito de rueda alguna: el Parque México.

Internarse desde Chilpancingo, ingresar a su primera parte; toparse con la escultura de Albert Einstein, donada por la comunidad judía. Y el olor a frescura.

Recorrerlo en bicicleta con Elliot y Darío, jugar beisbol con ellos, más Jay y el Julián; patinar por las noches con Mauricio. O ya vuela el balón de americano de las manos del Güero al Rontontóin... y los pases bomba de Carlos Puerco; por supuesto Carlos Valdés Villamil. Cae de bruces una tarde Alejandro, pues Aldo Flores le perseguía para que todos le surtiéramos a patadas: no calculó el salto de la cadena frente a la monumental mujer desnuda con sus cántaros de agua. Hoy se venden juguetes para los niños y coloridos frascos, fábricas de pompas de jabón. Y en aquellas bancas lecciones de manualidades cada fin de semana...

No. No hay ya la andanada de perros, hacia la fuente más cercana a avenida Sonora. Su hábitat se ha reducido y, al menos por hoy, se extrañan las corretizas que entre afganos o labradores solían perturbar a quien por ahí se atreviese a transitar. La mirada siempre cruel de un doberman en su sano juicio lo hace una aventura de alto riesgo. 

Durante más de un año, allá en 1997, el parque perteneció a la Bashra, antes de que Kubrick se volviera loco en sus senderos. Apenas bajar de la humareda en el auto era correr por sus jardines. Qué manera de gozar. 

Parte del paseo era en medio del foro Lindbergh, otrora recinto de columpios y resbaladillas, y siempre enorme cancha de futbol: la Bashra cruzaba en busca de su pelota una y otra y otra y otra vez, incansable como una labrador.

Escultura de una mujer con dos jarrones y dos patinadoras

El parque toma entonces otra dimensión. Su quehacer geográfico pertenece así a las costumbres de los canes. Que si les encante meterse al lago –bajo la siempre alta probabilidad del arribo de vigilancia-, que si saltar una y otra vez los prados cuál obstáculos en carrera; que si ya están destruyendo las flores… 

El parque está habitado por algunos vendedores, las parejas para quienes no hay mejor lugar para estar las siguientes dos horas, abrazados de la persona amada, que las bancas de piedra que simulan ser troncos de árbol, y un grupo de jóvenes que en el Lindbergh hallan uno de los sabores especiales a su condimentada tarde.

Es el Parque México una tierra generadora de sensaciones. Es regresar no a la infancia, sino a la visita anterior, a los 5, a los 10, a los 25 o a los 40 años; caminar por sus serpenteantes rutas no es sino un ejercicio de emociones que te vuelve a la vida. 

Los paseos de la mano de Liliana; escapizas con tus amigos, recorridos con tu padre y con tu hermano. Rebeldías en complicidad o besos a escondidas, sobre el césped.

No se escucha el ruido de los autos, pareciera que ingresas a un bosque, pero en realidad estás entrando a la parte más sensible de tu corazón, cuyo nombre es Parque México.

Historia del Parque México

El Parque México (en realidad parque San Martín) fue el área verde exigida en el contrato de compraventa que intentó obligar a la constructora del Hipódromo de la Condesa a destinar 130 mil metros cuadrados para la construcción de un parque. Tras muchas negociaciones, se destinaron finalmente 88 mil metros cuadrados.

Por la entrada principal que divide el parque, se levanta una monumental fuente con la figura de una mujer desnuda abrazando dos cántaros de los que caen chorros de agua. Inmediatamente atrás la gran explanada. El bello teatro al aire libre recibió el nombre de Charles Lindbergh, quien el 13 de diciembre de 1927 aterrizó en el altiplano mexicano para recibir la admiración y el entusiasmo de miles de ciudadanos: manifestaciones obreras, fiestas juveniles, así como corridas de toros se organizaron en su honor.

El parque fue diseñado en estilo art déco, reivindica por un lado los ideales modernos y el culto a la tecnología y por otro los valores nacionalistas. Oficialmente se le llamó parque General San Martín, en honor al liberador sudamericano, el 25 de octubre de 1927, en un acto amistoso con la República Argentina. La gente siempre le ha llamado Parque México. Fue diseñado por el arquitecto Leonardo Noriega y el ingeniero Javier Stávoli.

Uno de sus mayores atractivos es su teatro al aire libre, creado por una prégola cubierta de buganvillas; el escenario está enmarcado por cinco enormes columnas de concreto y en sus extremos hay dos pequeños camerinos con relieves alegóricos al teatro, diseñados por Roberto Montenegro.

La calle Michoacán divide el parque. En la porción sur, al centro de una plaza circular, se levanta una columna que fue reloj y radio en los tiempos en que XEB, la primera radiodifusora en la Ciudad de México, comenzó sus trasmisiones. Hoy, la columna, sin reloj ni radio, es el elemento decorativo de una fuente.

Imagen histórica del teatro al aire libre del Parque México

En el otro extremo (norte) del parque, junto a la avenida Sonora, el arquitecto Noriega diseñó una fuente que simula el nacimiento de un río y corre entre rocas y puentes de cemento armado, para desembocar en el lago de los patios. Las bancas del parque también de cemento, simulan pequeñas cabañas de madera.

​Sobre la avenida México que rodea al parque, se encuentran interesantes construcciones que son muestrarios de los estilos arquitectónicos que predominaron entre los años 20 y 40 del siglo XX.

De las visitas de Charles Lindbergh a México nos han quedado muchos recuerdos, por ejemplo: El "Teatro Coronel Lindbergh", bautizado en su honor en enero de 1928 está ubicado en el parque San Martín, de la colonia Hipódromo Condesa.

Lindbergh es uno de los personajes del mural realizado por Juan O' Gorman entre 1937 y 1938, titulado: "La Conquista del Aire por el Hombre", y que actualmente adorna la entrada a la sala nacional "B" del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, en cuya galería hay además un busto del aviador, obra del escultor Ernesto E. Tamariz, develado en 1962, como regalo del pueblo de los Estados Unidos al pueblo de México, en conmemoración al vuelo de buena voluntad Washington-México en el "Espíritu de San Luis", en 1927. Su libro The Spirit of St. Louis, por el cual ganó el premio Pulitzer de literatura en la categoría de autobiografía en 1954, fue traducido al español y publicado en México con el título El Aguila Solitaria, por la editorial Cumbre. Sobre la calle de Londres en la colonia Juárez de la ciudad de México se encuentra la escuela de turismo "Lindbergh". Finalmente, se le impuso su nombre a una calle de la capital mexicana, en la colonia Aviación Civil.

Charles Augustus Lindbergh murió de cáncer el 26 de agosto de 1974, a los 72 años de edad, en Maui, Hawaii.

Palpita tu infancia al recorrerlo; ese mágico lugar en la avenida México, en la ciudad de México, México: el Parque México. 

Youtube Imagen
Icono Play youtube

«pdg»

Te recomendamos

Tags

Comparte en Redes Sociales