¿Qué te traes, Canadá?

Hay algo peculiarmente irónico en ver a políticos canadienses, tradicionalmente tan correctos y diplomáticos, súbitamente actuando como matones de patio escolar. Las recientes declaraciones del alcalde Doug Ford y otros funcionarios canadienses sugiriendo que México ...

Hay algo peculiarmente irónico en ver a políticos canadienses, tradicionalmente tan correctos y diplomáticos, súbitamente actuando como matones de patio escolar. Las recientes declaraciones del alcalde Doug Ford y otros funcionarios canadienses sugiriendo que México debería ser expulsado del T-MEC son tan inesperadas y sorprendentes por su forma como sospechosas por su timing. La narrativa canadiense es simple y aparentemente convincente: México comercia demasiado con China, por lo tanto, no es un socio confiable. Es una lástima que los números cuenten una historia completamente diferente.

Veamos las cifras: en 2023, el comercio de Canadá con China alcanzó 130 mil mdd canadienses, mientras que el de México con China fue de aproximadamente 110 mil mdd estadounidenses. En términos relativos al tamaño de sus economías, Canadá tiene una dependencia comercial con China significativamente mayor que México. La tibieza de Justin Trudeau ante estas declaraciones es igualmente reveladora, ha optado por un discreto “sin comentarios” que suena más a complicidad que a prudencia diplomática. ¿Qué está pasando realmente? La respuesta probablemente tiene menos que ver con China y más con dos fechas clave: noviembre de 2024 (elecciones estadunidenses) y 2026 (revisión del T-MEC).

La primera explicación es la más obvia: Canadá está posicionándose estratégicamente ante el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca. La segunda motivación tiene que ver con la revisión del T-MEC en 2026. Canadá está claramente intentando debilitar la posición mexicana antes de que empiecen las conversaciones formales. Es una táctica astuta, pero transparente.

Lo que hace particularmente contraintuitiva esta movida es que Canadá ha sido un beneficiario sustancial del comercio trilateral. México no es su competidor, es un socio que ha ayudado a mantener la competitividad de la región frente a Asia. Además, Canadá ha sido uno de los principales beneficiarios del comercio con Beijing. Las exportaciones canadienses de materias primas a China han sido un pilar de su economía durante décadas. La verdadera preocupación de Canadá probablemente tiene más que ver con la creciente competitividad de México en sectores clave. La inversión extranjera directa en México, particularmente en manufactura avanzada y nearshoring, está creando ansiedades en Toronto y Ottawa. La ventaja competitiva de México en costos laborales, combinada con su cercanía con Estados Unidos, representa una amenaza real para ciertos sectores industriales canadienses.

Esta ansiedad económica se ve exacerbada por el éxito de México en atraer inversiones en sectores de alto valor agregado, como la industria automotriz eléctrica y la electrónica avanzada. Mientras Canadá lucha por mantener su base industrial, México está emergiendo como un hub manufacturero cada vez más sofisticado. Y, además, la postura de Trudeau parece apuntar a un cálculo político interno. Con las elecciones canadienses en el horizonte,  podría estar buscando evitar una confrontación directa con los sectores más proteccionistas de su país, mientras deja abierta la posibilidad de alinear su discurso con el de una eventual administración Trump.

La ironía es que esta actitud canadiense podría resultar contraproducente. En un mundo donde las cadenas de suministro regionales son cada vez más importantes para la seguridad económica, debilitar el T-MEC sería un autogol estratégico. China no es el problema; la falta de cohesión norteamericana sí puede serlo. Además, si la preocupación real es la influencia china en la región, expulsar a México del T-MEC sólo empujaría al país más cerca de Beijing. Frente a los desafíos geopolíticos y económicos del siglo XXI, la región debe actuar como un bloque cohesionado. Las declaraciones canadienses son un ejemplo de política cortoplacista. La solución no es debilitar el T-MEC, sino fortalecerlo. Esto podría incluir mayor integración de cadenas de suministro, inversión en infraestructura compartida y cooperación en investigación y desarrollo. Canadá debería enfocarse en cómo hacer que la región norteamericana sea más competitiva globalmente. En el juego de la economía global, es mejor tener amigos cerca que competidores lejos.

Excluir a México no sólo sería contraproducente, sino también extremadamente costoso para las empresas estadunidenses y canadienses. Así que, Canadá, dinos: ¿qué te traes? ¿Ganas de debilitar al único bloque comercial que puede hacerle frente al dragón de Asia?

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