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¡Nada que curar!

Yuriria Sierra

Yuriria Sierra

Nudo gordiano

En un acontecimiento histórico para los derechos humanos en México, la Cámara de Diputados dio un contundente paso al frente al aprobar por abrumadora mayoría el dictamen que prohíbe las mal llamadas “terapias de conversión” o prácticas conocidas como ECOSIG (Esfuerzos para Corregir la Orientación Sexual e Identidad de Género).

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Con esta acertada decisión, el Congreso de la Unión envía un mensaje claro y simple: la orientación sexual y la identidad de género de las personas no son una patología que deba ser “curada” mediante pseudoterapias carentes de sustento científico y que, por el contrario, constituyen una violación a la dignidad humana.

El camino para lograrlo no estuvo exento de vericuetos. Durante el debate previo a la votación, algunas voces conservadoras intentaron en tribuna esgrimir argumentos leguleyos para intentar detener el avance de esta iniciativa de ley largamente demandada por el movimiento LGBTIQ+ y organismos defensores de derechos humanos.

Sin embargo, los diputados, diputadas y diputades de los partidos de centro e izquierda impusieron la razón, la evidencia empírica y el sentido común al cerrar filas en torno al contundente argumento: #NadaQueCurar.

Y es que resulta inaceptable que, en pleno siglo XXI, aún existan grupos que pretendan patologizar y “corregir” la orientación sexual e identidad de las personas mediante prácticas tan dañinas como las terapias de conversión.

Como bien lo han documentado organizaciones como Amnistía Internacional y la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, estos interrogatorios, “demonizaciones” y hasta torturas psicológicas persiguen un único fin: el amedrentamiento y la negación de la identidad y libre expresión de las personas LGBTIQ+.

Con la aprobación de este dictamen, México se suma a la larga lista de naciones que han dejado en claro que la diversidad sexual no es una enfermedad. Es, sencillamente, parte de la riqueza y pluralidad de la naturaleza humana, que debe ser respetada cabalmente.

Queda ahora la estela de que el Senado de la República ratifique este trascendente avance legal y consagre en la ley la prohibición absoluta de las prácticas ECOSIG en todo el territorio nacional.

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Mientras tanto, hoy es un día para celebrar una victoria más de los derechos humanos sobre las tinieblas de la intolerancia. Un día en que la cordura se impuso por encima de los prejuicios. En el que se corroboró, una vez más, que no hay nada que “curar”: sólo personas que respetar.

 

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