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Déjà vu

Yuriria Sierra

Yuriria Sierra

Nudo gordiano

Maestros en las calles. Integrantes del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación movilizándose con pliego petitorio en mano. Docentes presionando a autoridades para salirse, como tantas otras veces, con la suya. Sucedió ayer, en avenida Eduardo Molina, como uno de sus escenarios. La Cámara de Diputados, el destino. Y una propuesta para sustituir la Reforma Educativa, el motivo. Detrás de todo esto, un nombre: Elba Esther Gordillo. Esos maestros quieren reinstaurar la legalidad de la anterior dirigencia de ese sindicato, afirman. Es decir, los maestros, esos maestros, quieren de vuelta a Gordillo como su líder nacional.

¿Cuántos años México funcionó de esta manera? ¿Cuántas veces la educación, por nombrar sólo a un sector, estuvo amagada, atada por grupos de poder? ¿Cuánto tiempo secuestrada por el más nocivo sindicalismo corporativista? ¿A cuánto retraso fuimos condenados gracias a este modus operandi? Dicen los expertos que, sin Jonguitud y sin Gordillo, hoy competeríamos con Corea del Sur; con ellos, hoy a duras penas competimos con Brasil. ¿Esto compromete o desnuda a la 4T? ¿Estamos en la antesala de un intento de restauración del ancien régime, de ese Leviatán priista que fue funcional para el siglo XX, pero obsoleto e intransitable en el XXI?

El nuevo reclamo magisterial no es gratis. Hace unos días, Elba Esther acudió a un evento en Puebla, ahí sus declaraciones nos recordaron quién es este personaje y el porqué su influencia: “La ley es la ley y voy a hacer respetar la ley, como demostré mi inocencia ayer, yo sigo siendo la presidenta del Comité Ejecutivo Nacional. Lo que tiene Juan Díaz es la chequera y a los maestros sometidos, lo que tengo yo es el liderazgo de verdad, ésa es la diferencia (...) …con circunstancias difíciles, sí, pero somos grandes de espíritu, de mentes. Yo me voy hoy con mucho aliento, yo estoy haciendo la tarea. Estoy buscando, y no se crean que hay tiempos fatales, aquellos que dicen que si octubre, que el Congreso. No, no, no…”. Fue aplaudida por los presentes. Ella se llenó de vitalidad como quien se prepara de nuevo para el campo de guerra, después de un largo periodo se ausencia.

Y cómo no va a preparar su regreso. El México que la vio llegar a la cima, el que la vio caer y éste que la ve resurgir es distinto en apariencia, en el entendido de su coyuntura, pero es el mismo debajo de ese disfraz transformador que se opera con personajes ya conocidos, formados bajo ese mismo México priista que ayer estaban en aquellas filas y que hoy reniegan de su pasado.

La sentencia a Elba Esther Gordillo no pudo venirle mejor. Libre de toda culpa, regresa como la víctima de un Poder Judicial incapaz de armar una carpeta de investigación. Está de vuelta con nuevas redes, éstas, al interior del gobierno a punto de iniciar administración. Aprovechando las ideas de la 4T respecto a la Reforma Educativa, ella suma puntos que serán clave si es que el gobierno de AMLO busca respaldar un movimiento que permita echar atrás la reforma promulgada este sexenio. El precio, ése ya lo cantó Gordillo: su nombre en la cima del organigrama sindical y, con él, su poder intacto, como hace diez o 15 años.

Nada que no hayamos visto antes. Nada que deba sorprendernos. Aunque, quizá, la presencia de Elba Esther en el radar informativo habla del tamaño de este personaje; y dibuja por completo la política nacional, su realidad, su real transformación. Por mucho que se esté anunciando la renovación de las “estructuras”, Gordillo de vuelta nos da una idea de la real dimensión del cambio. ¿Qué tendría que hacer la maestra en un México que ya no puede funcionar con corporativismos clientelares, según nos aseguran? ¿Qué nos dice el SNTE marchando en defensa de su “real presidenta”? ¿Cuántos años de retroceso con esto? Elba Esther Gordillo regresa por la libre y sabiéndose necesitada en la coyuntura de la oferta electoral contra la Reforma Educativa. Ha empezado a reagrupar a los docentes. Y nada de cuestionable tendrá su presencia, pues lo que deberá cuestionarse es el entorno que permite asegurar que, en México, la consigna de “cambiar para que nada cambie” tal vez siga siendo la biblia de la clase política. Elba Esther habla tanto del pasado porque, al parecer, hay temas en los que hoy en día sólo el pasado le da cuerpo y narrativa al futuro. En sus mentes (y sus ganas o nostalgias por los tan mentados privilegios, ¿no?).

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