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8M y la ministra presidenta

Ruth Zavaleta Salgado

Ruth Zavaleta Salgado

Zurda

Somos muchas, somos fuertes, nos tenemos

Norma Piña, presidenta de la SCJN

 

Las mujeres no salen a marchar por gusto, sino por necesidad. No para festejar, sino para protestar. Las mujeres no callan, nunca lo han hecho, porque es la única forma de que las escuchen. Este 8 de marzo no fue la excepción, una vez más las principales ciudades del mundo y de nuestro país se pintaron de morado, pero hoy fueron más mujeres que el año pasado. Las imágenes son contundentes, madres, abuelas, hijas y nietas van juntas, tomadas de la mano. Es evidente que, conforme pasan los años, en diferentes países un mayor número de mujeres sale a marchar o a concentrarse en las plazas públicas para conmemorar el Día Internacional de la Mujer.

Lamentablemente, en México este fenómeno de crecimiento exponencial de la cantidad de mujeres en las marchas del 8 de marzo y 25 de noviembre (Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer) se produce porque prevalece la desigualdad de género, la discriminación contra las mujeres y niñas. No importa de cuál filiación política sea quien gobierna la República o los Estados: la derecha, la izquierda o los populistas; tampoco importa que se haya avanzado en el reconocimiento de los derechos de las mujeres en la Constitución y las leyes, porque la cultura patriarcal, machista y violenta se sigue imponiendo en todo el territorio nacional. El resultado está a la vista, en los últimos años crecieron los diferentes tipos de violencias en razón de género (Inegi: de 67% en 2016 a 71% en 2021). Crecieron los feminicidios, los homicidios dolosos, los suicidios, las desapariciones forzadas, las violaciones, el acoso sexual, laboral y hasta social. Pocas mujeres se salvan de tener alguna experiencia de violencia psicológica, material, económica, simbólica o política.

Casos emblemáticos de cada uno de estos tipos de violencias hay muchos, incluso, algunos nos han conmocionado profundamente por el nivel de saña y crueldad con el que se perpetran, pero, sin lugar a dudas, el que más llama la atención en estos días es el clima de violencia política contra  la presidenta de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), la ministra Norma Piña. Desde que fue electa en el cargo, el propio presidente Andrés Manuel López Obrador ha encabezado un discurso de descalificación infundada que impacta negativamente el papel institucional de la presidenta del Poder Judicial. Las expresiones presidenciales pueden ser tipificadas como violencia política en razón de género. La Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia es muy clara al respecto. Por cierto, no tiene mucho tiempo que se tipificó este tipo de violencia en la ley, con el voto de Morena y de sus aliados, es decir, sabe muy bien el titular del Poder Ejecutivo que, sus expresiones verbales en las mañaneras y las de sus seguidores en las redes sociales, son discriminatorias y merecen castigarse conforme a la ley.

Ante estos hechos, las maestras de la Facultad de Derecho de la UNAM, reunidas el 8 de marzo en la Terraza Puma de la Casa Club del Académico, para conmemorar el Día Internacional de la Mujer, acordaron sumarse a las voces de cientos de mujeres de diversos colectivos para manifestar su total repudio y rechazo a las expresiones infundadas de descalificación en contra de la ministra Norma Piña. Éstas menoscaban la función constitucional del cargo que ostenta y generan un clima de linchamiento público que culminó con las reprobables amenazas en redes sociales en contra de la propia vida de la ministra.

El acuerdo tomado por las académicas difundido en las redes sociales oficiales de la Facultad de Derecho es muy significativo, porque la presidenta ministra no sólo es egresada, sino también catedrática de esa casa de estudios, y su nombramiento es motivo de gran orgullo para toda la comunidad, pero sobre todo de gran empatía para las alumnas y maestras por su compromiso en favor de la justicia para las mujeres.

 

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