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Visibilizando la nación: los yaquis

Ricardo Peralta Saucedo

Ricardo Peralta Saucedo

México correcto, no corrupto

Uno de los elementos que evoca la idea de los yaquis, como rasgo cultural más característico, es su fuerte determinación en la defensa de su territorio, de su patrimonio ancestral.

En 1617, los jesuitas fueron los primeros en tener contacto con la tribu, que en aquel momento eran un pueblo nómada. Los jesuitas fundaron los ocho pueblos que actualmente existen: Belem, Huiviris, Rahum, Pótam, Tórim, Bácum y Cócorit; que representaban los ocho puntos sagrados respecto al mito de la creación yaqui. A partir de aquí se da cuenta de una historia de férrea defensa de su autonomía por medio de luchas armadas.

Las rebeliones yaquis y los constantes ataques del gobierno fueron continuos desde la Colonia, el México independiente y se agudizaron con el porfiriato, con la llamada Guerra Yaqui (1882-1909), este pasaje fue una suerte de genocidio yaqui, un intento de exterminio, del que nadie habla, como si hubiera sido borrado de la historia.

También en la Revolución fueron utilizados como fuerzas de choque por Obregón y por Calles.

El periodo de mayor calma para los ocho pueblos yaquis vino con el sexenio del presidente Lázaro Cárdenas. En primera instancia, con la restitución y dotación de tierras y aguas. Esto implicó que se pacificara la región negociando con la tribu y cumpliendo con algunas de sus demandas históricas: reconocimiento de sus derechos astrales, restitución de sus tierras originarias y disposición del 50% del caudal del río Yaqui.

Le tienen aprecio a Lázaro Cárdenas porque les devolvió parte de sus tierras y se constituyó como guía, convenciéndoles de que el pasado pertenece a lo irreparable y que el porvenir debe ser una era de concordia común entre los mexicanos de todo el territorio nacional.

Otro de los aspectos de los yaquis es que se autodefinen como una nación autónoma.

El gobierno se rige por medio de asambleas democráticas electas en plebiscitos por el voto de sus poblaciones, residiendo en él la autoridad durante un año; en esta estructura hay representantes civiles, militares y religiosos. En estos cuerpos democráticos se resuelven los asuntos de la localidad.

Hoy, los yaquis viven otro capítulo más de su vida de resistencia, de transformación; tienen una división al interior, que es resultado de factores sociales, políticos, económicos y, principalmente, territoriales; no es la primera vez en su historia que sus diferencias les hacen enfrentarse, desde la época del héroe José María Leyva Pérez, mejor conocido como Cajeme, quien propuso su emancipación, hasta nuestros días, deben recordar el enorme legado cultural que les une, su extraordinario juramento (invito a conocerlo) y los símbolos de su bandera. Los yaquis son una tribu binacional, admirable, ejemplar, llena de dignidad y valentía, sus jóvenes y niños serán en los que se debe enfocar su porvenir.

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