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Plumas apátridas, el seudo periodismo al mejor postor

Ricardo Peralta Saucedo

Ricardo Peralta Saucedo

México correcto, no corrupto

                El silencio nunca se manifiesta con tanta superioridad, como cuando se emplea como réplica a la calumnia y a la difamación

                Joseph Addison

 

Algunos expertos en medios de comunicación y redes se contradicen sobre la necesidad de repeler las noticias falsas a través del derecho de réplica contextualizado en nuestra legislación. Otros, aconsejan ignorarlas, es como jugar a las vencidas con un niño, sería un abuso intentarlo.

No hacer ninguna de las dos es lo que redacto y usted lee. Seguramente, ha leído al gran Enrique Serna en su libro escrito el año pasado: El vendedor de silencio. Es una lectura con un anzuelo inevitable, una novela deliciosa, llena de sarcasmo, humor negro e historia de la añeja corrupción de algunos periodistas. Carlos Denegri encarna al típico extorsionador que, por el “poder de su pluma”, cuenta con información privilegiada desde las más altas esferas del poder público. Es instruido, políglota, con roce social nacional y extranjero. No cabe duda que la alta escuela y preparación académica sin ética prostituyen cualquier profesión. Un personaje oscuro que pasó a la historia como “el mejor y el más vil de los reporteros”, como lo señaló el añorado don Julio Scherer García.

Desde que comencé en esta etapa de mi vida en el gobierno de la Cuarta Transformación, existe un minúsculo y desprestigiado grupo de comunicadores que escriben sobre mí de manera sincronizada y obsesiva, con el siguiente modus operandi: un domingo comienza Roberto Rock, al siguiente Mario Maldonado y Lourdes Mendoza conocida en redes como #LadyChanel, y al final, Darío Celis, cerrando con un medio electrónico de videos de corte amarillista, que no logro descifrar por lo bizarro, entre noticias del corazón y nota roja. Después se replican las notas en medios locales y digitales de medio pelo, en lo que se conoce como copy paste. Sólo les faltan las fantasías de mi niñez.

Reconozco y respeto a periodistas valientes en un país que ha sido un espacio adverso para los que ejercen esa profesión de manera tenaz y congruente. Lo otro no es periodismo. Celebro la libre expresión de las ideas, como el ejercicio de cualquier profesión; por fortuna la audiencia sabe que sin el presupuesto público del régimen anterior, que creó riquezas mal habidas, después les llegó la miseria económica, que hace que aun detrás de una larga o naciente trayectoria de comunicador, el cinturón apriete; la ética es amnésica para ellos, no les importa el prestigio, la promiscuidad es el hábito diario. La historia no perdona. La Cuarta Transformación llegó también a renovar el ejercicio de los medios de comunicación y a desterrar la idea de que su ejercicio es unidireccional. Las voces que protegieron al régimen neoliberal, amparadas en la manipulación y en el despojo de los espacios que deberían servir para informar a la gente, hoy buscan colmar el vacío que han dejado los partidos de oposición disgregados. El testimonio que emite la sentencia social, utiliza como base la evidencia de las estrategias que se usan para desinformar, engañar y difamar, con la única intención de cobrar favores a intereses particulares. El supuesto anonimato del pagador es muy evidente. Es caro invertir recursos para “golpear a los adversarios” ¿Será ése el tamaño de su temor? ¡Qué duda!

Hay relatos y narrativas que intentan enfrentar aliados, evidenciar hechos propios de escándalo peliculesco ante la ausencia de probanzas buscando el daño moral. Las víctimas de la infodemia son el motivo de actos mercantiles de las agencias de medios, contratistas de la prensa mercenaria, como la refiere Enrique Serna. La posverdad y las fake news son canapés agrios que a algunas audiencias devoran, los productores están ya tatuados de por vida. Las campañas de noticias falsas terminan revirtiéndose, el hombre más calumniado de las últimas décadas, hoy es un gran líder y Presidente.

Las plumas apátridas siempre han existido y existirán, “el hambre es canija y más quien se la aguante”, reza el refrán. Manuel Sacristán les llamó letratenientes, pero no les haré crecer con tan exquisito calificativo. También somos una enorme mayoría de mexicanos quienes vivimos dentro de lo correcto y gozamos de un gran prestigio ganado desde hace años. Como el ave Fénix.

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