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La soberbia de los vencidos, la humildad de los ganadores

Ricardo Peralta Saucedo

Ricardo Peralta Saucedo

México correcto, no corrupto

El triunfo electoral contundente otorga legitimidad y autoridad moral. La supuesta polarización que se dice existe, está en una ínfima minoría en el mundo de las redes sociales, los personajes que la pregonan los imagino como infantes extraviados de su progenitora en un mercado; asustados, sin brújula, con una consigna: denostar todo lo que se proponga aun siendo sano para el país, como una forma de extorsión desde su tribuna.

En el mundo real, los ganadores y sus electores esperan el inicio formal de la Cuarta Transformación en el Poder Ejecutivo, porque en el Legislativo ya comenzó. En este mundo no virtual, no existe tal polarización, pero está la mirada fija en el cumplimiento irrestricto de las promesas de campaña, el ejercicio del poder con y para el pueblo.

Andrés Manuel López Obrador, se convertirá en cinco días en el Presidente constitucional de todos los mexicanos, incluidos los vencidos, todavía con sus malos deseos, su lisonja y verborrea propia de seres despechados, el primer mandatario electo, les ha extendido la mano, les convoca a la reflexión y a la suma de voluntades.

Ayer domingo, la consulta sobre 10 grandes temas nacionales, triplicó la participación ciudadana, esos entre muchos más, fueron la plataforma de propuestas electorales por los que la gente votó mayoritariamente el pasado primero de julio, pero ahora en un sentido absolutamente ciudadano, se ratifican como toma de muestra para llevarlos eventualmente a cabo.

También ayer, frente a más de 32 mil soldados y marinos acompañados de sus familias, de manera inédita, el presidente electo, les convocó para unir esfuerzos para pacificar al país y para atender las causas que han provocado la violencia y la inseguridad. Eso lo hace un estadista de alto rango.

Gobernar con la gente, integrarles al desarrollo nacional y la actividad productiva es parte de los deseos que la mayoría de los mexicanos añorábamos, el resultar vencedores no es sinónimo de autoritarismo, por el contrario, en un sentido de congruencia, se pide opinión a los que se decidieron por el cambio, porque su responsabilidad no acabó depositando su voto en una urna, sino que continúa en el acompañamiento y ejecución de las acciones gubernativas.

Esa humildad forma parte de la esencia de la Cuarta Transformación, dignificar el servicio público, honrarle para fortalecer las instituciones desde la base de la transparencia y la honestidad, hacer más rentables a las entidades públicas, democratizar el ejercicio del poder es una tarea diaria de un buen líder.

La reconstrucción de México no recae en su Presidente, el encabeza la iniciativa y propone el proceso, pero depende de la nación entera autorescatarse, a nadie le conviene que se naufrague, por el contrario, si se cumple cabalmente cada proyecto, el país tendrá viabilidad y retornará la sensación de confianza y armonía que nos merecemos.

Durante, por lo menos, 30 años México ha sido saqueado, ha sido un gran productor de riquezas ilícitas y de pobres, un enorme propiciador de impunidad e ilegalidad al máximo, de incredulidad y apatía, de contubernios cínicos y sin recato alguno, sin remordimientos de conciencia miles se regocijan de su vida de opulencia ilegítima con costo al erario. Ellos y sus familias saben que son delincuentes.

México es un gran país, nuestra historia nos respalda, somos cuna de grandes seres humanos, de gente buena, creativa e inteligente, de personas honestas y con hambre de justicia; usted estará de acuerdo conmigo, apreciado lector, que nos enorgullecería de sobre manera, ser de los países menos corruptos del mundo, de los de mayor crecimiento económico, de los lugares más seguros para vivir, con atención universal médica de calidad, sin analfabetismo y educación de alto nivel incluyente, con acceso al turismo para todos los bolsillos, con poder adquisitivo permanente, donde se asista a los desvalidos y a los débiles, queremos un territorio en paz.

                Profesor de la Facultad de Derecho de la UNAM.

 

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