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Elección 2021, salvando a una generación

Ricardo Peralta Saucedo

Ricardo Peralta Saucedo

México correcto, no corrupto

El movimiento social que el presidente Andrés Manuel López Obrador construyó de la mano de millones de ciudadanos y que se vio reflejado en su histórico e inédito triunfo electoral de 2018 se refrendará en el 2021.

La esperanza en al menos 11 entidades federativas da cuenta numérica, a 50 días de la elección, de que habrá gobernadores de Morena que consolidarán localmente la Cuarta Transformación.

También, de manera irreversible, las estadísticas dan una certeza porcentual contundente para las diputaciones federales. Una vez más, Morena y sus coaliciones tendrán la mayoría en el Congreso.

La confianza ciudadana es realmente el motor que movilizará a los candidatos a concretar el posicionamiento institucional. Las estructuras para la promoción y defensa del voto son orgánicas, el pueblo es el que está tomando en sus manos lo que los partidos no pudieron construir con una estructura homogénea. Los votos gremiales tienden a extinguirse. Serán electos los mejores candidatos, los de mayor mérito, la marca tiene sólo un 30% en la toma de decisión electoral. Habrá partidos que perderán incluso su registro nacional y, en otros casos, su derrota es producto de ser víctimas del canibalismo como efecto del sectarismo partidario.

La lucha insensata de los conservadores no es fructífera, están cada vez más divididos y sin rumbo ideológico, huecos, fardos inermes. Esto ha sido una enorme oportunidad para la 4T que, a su vez, se nutre del obradorismo puro; en realidad, la empatía del Presidente sigue siendo el motor ejemplar que aporta un porcentaje para el triunfo local. El resto depende de las buenas decisiones de los candidatos y sus equipos de trabajo.

Las redes sociales tienen un papel importante, pero no preponderante en esta elección, la ausencia de conectividad en gran parte del país no hará la tendencia de 2018, sólo el trabajo en territorio y el discurso fresco serán la mezcla victoriosa del 6 de junio. Los likes no son votos.

El electorado tiene dos caminos: ratificar su apoyo al movimiento de la 4T y seguir confiando para escribir una nueva historia para México juntos o apostar a la amnesia de la debacle sufrida durante 36 años del neoliberalismo, que ofrece construir un país que ellos mismos destruyeron y del que se enriquecieron ilícitamente.

La lucha contra la 4T es una maquinación propia de las guerras blandas, donde las campañas mediáticas, plenamente identificadas con nombres y apellidos, se empeñan en difamar y calumniar de manera metódica y cíclica, la contratación y subempleo de agencias y personeros de las áreas de comunicación social, agencias de publicidad y medios, coordinan “igualas” para el diseño y operación de notas aparentemente tóxicas en tiempos electorales, sin embargo, han tenido efectos de reacción favorables, contrarios a los esperados por los “estrategas”, el círculo rojo y los lectores acuciosos los tienen claramente evidenciados en su negro y vacuo interés.

Hoy existe una amistad electoral y social, como una expresión depurada de la más alta solidaridad nacional a favor del movimiento. Hay un convencimiento de la ética y moral como principales características de la 4T, qué significa, el contacto personal que evoca honradez, franqueza, paz, tolerancia, respeto y aceptación de las diferencias.

No forma parte de la ficción la oferta política, porque los actores de uno y otro lado son públicamente conocidos; es una sinonimia la corrupción y ser conservador, éstos insistirán con sus estrategias repetitivas y previsibles del pasado; por otro lado, el México que cuenta con los aliados patriotas, que estamos levantando a toda una multigeneración para resistir la tentación de lo superfluo y banal para sustituirlo por el interés nacional.

Para consolidar la relación de confianza debe haber un ejercicio de autocrítica permanente, como una actitud de madurez y eficacia que responda a la lealtad del pueblo. El cumplimiento de un principio popular. Amor con amor se paga.

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