4T, legado estático o estadista

En la coyuntura de la transformación del país, en todos los ramos de la industria y del empresariado, así como del sector público, lo permanente tiene que ser lo dinámico, el cambio.

De sobra se entiende y consta que el periodo neoliberal no solamente contribuyó a la corrupción, sino al fortalecimiento de su funesta y coludida hermana siamesa, la impunidad.

A pesar de un diseño estructural propio de ingeniería de “primer mundo”, algunas instituciones públicas tienen que refundarse y reestructurarse; estas fueron transgredidas por prácticas que han llevado al país a escandalosos casos de deshonra irremediable.

Por ejemplo, todavía están pendientes aquellos 21 casos de desvío de recursos federales documentados por la Auditoría Superior de la Federación, que sumaron 302 mil millones de pesos, sólo de Veracruz; en la anterior administración alcanzaron el desvío de 61 mil MDP.

Para transformar con pasión, las horas de sueño y el trabajo intenso resultan alicientes para la labor patriótica; nunca en la historia de México, en tan poco tiempo, se hizo una revolución de la vida pública como ahora.

A pesar de las resistencias y el estatismo como forma de vida del pasado, los creyentes de la Cuarta Transformación se multiplican a lo largo y ancho del país.

Incluso los que fueron no electores y no simpatizantes del nuevo gobierno de México se han convertido al cambio, son protagonistas y no observadores de la nueva generación orgullosa de sus reales servidores públicos.

Las nuevas estrategias nacionales por ramo comienzan a ser una realidad palpable en nuestra nación, estos son los motivos que tuvieron más de 30 millones de mexicanos para ver renacer al país.

El primer frente de nuestra nación, los vigías de la periferia, de la frontera perimetral y del acceso del exterior, son las aduanas de México; a esta gran institución histórica le corresponde un lógico, necesario y honroso cambio.

No existe sector, organización, colegio o institución académica, del empresariado o de la industria, que no coincida con esta demanda. La opinión pública lo sabe. Llegó la hora de actuar.

La propia aduana es testigo de sus urgentes necesidades, para elemental ejemplo un botón, hace varios años que no se le proporciona uniformes al personal, ellos lo tienen que adquirir con sus recursos.

El arraigo y espíritu de cuerpo deben renacer con una identidad nueva, propia y digna, esto coadyuvará al amor y orgullo laboral. Contribuye a la ética profesional y a la entereza.

En estos últimos tres meses, solamente por la percepción de lucha anticorrupción; además de su función de seguridad nacional, el comparativo con el año anterior ha superado el 25% de recaudación al fisco nacional.

La aduana debe ser agilizadora y facilitadora del comercio exterior, pero principalmente inteligente. Así lo concibe la Organización Mundial de Aduanas.

Uno de los objetivos es alentar la probidad aduanera, la transparencia, la modernización de las tecnologías y la infraestructura.

Por supuesto, no será fácil, fueron tantos años de desaseo y de prácticas desleales, que la mala costumbre se niega a extinguirse. Los embates seguirán, todo cambio genera controversia y discusión. Bienvenido el disenso y la pluralidad para contribuir a construir mejores instituciones, con una legislación fortalecida y el apoyo de todos los sectores, juntos lo haremos.

Hoy, a 86 días de gobierno, se avanza en esta reingeniería urgente, donde todas las instancias de gobierno deben de pasarse al análisis y a sus resultados, según su naturaleza; poner a prueba los talentos y la creatividad de los equipos de trabajo y su liderazgo, tener una visión completamente institucional y nunca personal.

En cada acción de gobierno se debe pensar en las siguientes generaciones, en el legado; planear a 50 años, y no en estrategias periódicas o sexenales, hay que proponer cómo ser rentable, eficiente y con estatura internacional.

Siempre es preferible ser estadista que permanecer estático.