¿Y a usted, cuándo le toca?
Las probabilidades de desaparecer súbitamente son muy altas y el costo tiene sus variables
Un par de entidades que no debieran existir, El Registro Nacional de Personas Desaparecidas y la Comisión Nacional de Búsqueda, nos brindan datos que debieran ser muy preocupantes y que, hoy prácticamente nadie toma en cuenta, ya que los fallecimientos y contagios por covid se llevan las primeras planas. De entrada, ¿en qué lugares existen organismos semejantes? Seguramente en Irak, Siria,Venezuela, Somalia, Libia...
Preguntémonos, ¿qué hemos hecho en nuestro país para surcar las olas del averno; en qué momento hemos institucionalizado el hecho de que cualquiera entre nosotros se evapore, o preferimos llamarle abducido por seres extra terrestres; cuándo y cómo ocurrió este proceso de hechos para desembocar oficialmente en convertirnos en personas desaparecidas?
Pues bien, las estadísticas, archivos y ecuaciones algebraicas, de esas dos entidades, nos dicen que, entre el primero de diciembre de 2018 y el primero de diciembre recién pasado, se han volatilizado 14 mil 543 mexicanos o al menos, seres humanos que vivían o paseaban por este país. En cifras mucho más manejables, esto significa que diariamente desaparecen sin dejar rastro, (oficialmente hablando) 19 personas.
A este enigma que bien puede tener como resultado final encontrarse descuartizado en una bolsa de plástico negro para la basura, licuado en ácido o enterrado en una fosa común; habría que considerar que será un caso más de ese inacabable rosario de torturados, masacrados, incinerados por bandas de sicarios a los que se han negado a pagar la extorsión conocida como “derecho de piso” o haberse encontrado en medio de un tiroteo y quizás alcanzado por una festiva bala perdida.
¿Ha pensado usted, cuándo le toca?
Es un asunto de probabilidades, al igual que el cálculo que hacen las aseguradoras para aceptar que usted se inscriba para obtener un seguro de vida sea por enfermedad o por accidente. Las probabilidades de desaparecer súbitamente son muy altas y el costo tiene sus variables.
Los expertos consultados se inclinan a pensar que las desapariciones no son alucinaciones de los familiares o amigos de quienes ya no se les vuelve a ver; suponen o afirman, son asesinatos de quienes han aprovechado los abrazos en lugar de los balazos y, amparan sus dichos y afirmaciones en signos inequívocos: el que el Ejecutivo recorra cientos de kilómetros para saludar a la madre del rey de los narcos, liberar al nieto asesino de la señora o expresar un reiterado respeto por El Chapo y hasta pedir sea devuelto a México y deje de sufrir en una fría cárcel norteamericana a prueba de túneles.
Sea bienvenida la presumible buena iniciativa enviada al Senado para regular a las agencias extranjeras que laboran en nuestro país contra los narcos, tales como la CIA, la DEA y el FBI, las que coordinadamente contribuirían a evitar secuestros, abusos y todo tipo de delitos, pero, siempre hay peros que, en este caso son dos: ¿por qué los estados y municipios deben reportar a esos agentes extranjeros a la cancillería y no a Gobernación? Bien pudieran reportar a la Semarnat o a Bellas Artes.
Y el segundo pero, si de combatir coordinadamente al narco se trata, ¿por qué no trazar una estrategia; vamos, ni una línea de avanzada imaginativa contra las bandas de pillos y asesinos?
Justo aquí, en esta iniciativa tan innovadora para que sea la Secretaría de Relaciones Exteriores y no Gobernación quien deba responsabilizarse de regular a los agentes extranjeros, no se incluye nada, absolutamente nada contra esa aberración criminal tan besuqueada. Por eso, vuelva a preguntarse, ¿a usted, cuándo le toca?
