El que no oye consejo…

Rafael Álvarez Cordero

Rafael Álvarez Cordero

Viejo, mi querido viejo

Los años que tienes, que realmente tienes,

son los que te quedan antes de partir.

Don Sabino

 

Mi querido viejo: uno de los grandes placeres de la vida es llegar a viejo, porque es motivo de alegría celebrar más y más velitas, y recordar con cariño a quienes no lo pudieron hacer. A este respecto, se dice que “el que no oye consejo no llega a viejo”, por lo que creo que tú sí escuchaste los consejos de tus mayores y te felicito; pero, de todas maneras, te copio una lista de consejos que hay por ahí, respecto a lo que conviene hacer ahora que somos viejos.

1. Elimina los números que no son esenciales, en especial la edad y las cuentas pendientes.

2. Conserva de preferencia los amigos divertidos, los pesimistas estorban.

3. Aprende siempre: aprende más sobre computadoras, artes, jardinería, o lo que sea.

4. Aprecia más las pequeñas cosas de la vida, las flores, los cuadros de tu casa, los ojos y la sonrisa de la persona amada, la risa de tus nietos, el canto de las aves, etcétera.

5. Ríe muchas veces, sonrisas, risas y carcajadas son las mejores medicinas.

6. Cuando llegue el dolor, surjan las penas o un ser querido se vaya, aguanta, sufre, llora, llora bien, y supéralo.

7. Rodéate de las cosas que amas: tu casa, tu familia, animales, plantas, hobbies, o lo que sea.

8. Cuida tu salud, el único responsable de tu salud, mi querido viejo, eres tú.

9. Si vas a viajar, hazlo donde te cause placer, no dolor.                                                                            10. Dile a las personas que amas que las amas, repítelo tantas veces como puedas.

¡Pero yo soy ya viejo!, ¿cómo puedo hacer todas estas cosas?; me preguntarás; precisamente por eso, querido viejo, los viejos tenemos derecho a hacer todo lo que se nos venga en gana, todo lo que contribuya a disfrutar esta etapa de la vida.

Recuerda el hermoso poema de Jorge Luis Borges:

“Si pudiera volver a vivir,

comenzaría a andar descalzo  a principios de la primavera

y seguiría descalzo hasta concluir el otoño.

Daría más vueltas en calesita, contemplaría más amaneceres,

y jugaría con más niños, si tuviera otra vez vida por delante.

Pero ya ven, tengo 85 años...  y sé que me estoy muriendo”.

Por eso, querido viejo, te deseo que oigas estos consejos, en la lista que escribí y en el poema de Borges, y que vivas todos los años de tu vida.

*Médico y escritor

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