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La ineptitud y la irresponsabilidad son dueñas de México

Raúl Cremoux

Raúl Cremoux

Otros ángulos

Me recordaba Pepe Newman que nosotros crecimos sin polio ni tuberculosis, ni viruela ni dengue ni peste negra ni sarampión gracias a la eficiencia que tenía en sus sistemas de vacunación la Secretaría de Salubridad y Asistencia Pública.

Ese buen trabajo le ganó admiración internacional y, sobre todo respeto. Hoy convertida en una mezcla de Insabi, Salud, IMSS y oficina de promoción electoral, es una ruina. Más de un millón de contagiados, cientos de miles de muertos, cadáveres que no encuentran reposo en cementerios ni crematorios, caravanas de familiares buscando llenar tanques de oxígeno industrial para parientes y amigos, hospitales saturados, enfermos en pasillos de nosocomios en inútil espera de atención médica y, muchos más que en sus casas perecen por carecer de algo que no alcanzan a tener y que en el mundo es gratuito: oxígeno. Eso es lo que rodea a la actual Secretaría de Salud… y sus satélites.

 

¿Qué ocurrió en este país que en los libros de texto gratuito decían que habitábamos en el Cuerno de la Abundancia?

Considero que hay un resumidero que con tres personas lo explica bien. El primero es la conducta del Presidente, que cuando comenzaba la pandemia, se cansó de decirnos que no pasaba nada. Y como muestra de ello, enseñó unas estampitas: “detente enemigo, el corazón de Jesús está conmigo”. Además, paseó por el país, sin un cubrebocas y en medio de multitudes gozosas de rendirle pleitesía. El ejemplo estuvo dado y refrendado. El segundo personaje es el conocido rey de las contradicciones, el subsecretario conocido como López-Gatell, con cargo de subsecretario y capitán de un imperio a mitad sanitario y mitad electoral, quien en abril pasado juró, abriendo los brazos y el corazón que López Obrador no era un centro de contagio, sino de fuerza, esperanza y redención, o su equivalente. La tercera figura está anclada en el Senado, el coordinador de Morena, Ricardo Monreal Ávila. Mostró hace cuatro días un video con un retrato de Benito Juárez y abajo, con menor tamaño, una ilustración del Santo Niño de Atocha, el senador sugirió “confiar en el Creador y en el Constructor del universo”. Sin duda una gran iniciativa de ley.

Nos encontramos pues, ante un andamiaje sólido incapaz de confiar en la ciencia y refugiarse en un tejido que no admite otras formas de pensar, por considerar que por antonomasia el eje de la vida y de la muerte reside en un individuo que ha concentrado el poder de todas las decisiones. Henos aquí ante toda una estructura propia de una religión.

Esto, semejante a una secta, alaba que continúen los inmensos gastos en tratar de rescatar a una empresa que es un barril sin fondo: Pemex, la única empresa petrolera en el mundo que no solamente no gana, sino que pierde miles de miles de millones anuales. Asimismo, continúan obras faraónicas y sin futuro: el Tren Maya, inaugurado con trenes del inicio del siglo pasado y obligando a arrasar parte de la selva y, por último, una refinería en Dos Bocas, justo cuando la energía sucia del carbón y del petróleo, tiene los años contados ante el advenimiento de las energías limpias.

No hay equívocos, más de dos años han sido suficientes para constatar que la ineficiencia, la irresponsabilidad y la ineptitud son el sello de un gobierno que en el futuro, bien pudiera ser acusado de negligencia criminal por sus acciones ante una crisis que bien pudo ser manejada de modo que hoy vivieran miles de quienes están muertos.

 

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