La ignorancia, el poder y la vergüenza

Dice López Obrador que los organismos autónomos nadie los conoce. Falso. Todo mundo sabe qué es el INE. Es nuestra tarjeta de identificación requerida hasta para pagar un cobro de mercancía comprada a distancia. Cuando se trata de otras siglas de autónomos, la cosa cambia; personas presumiblemente bien informadas, no identifican qué hacen la Cofece, el IFT, o el Coneval. Pero lo mismo sucede cuando pregunto si saben qué es la Sedatu, la SFP o la Sader. Enarcan las cejas y nadie responde correctamente.

E igualmente no saben quién es su diputado o su senadora. Vamos, es rara la persona que sabe quiénes son Alejandra Frausto, Graciela Márquez Colín, Arturo Herrera y Olga Sánchez Cordero.

Luego entonces, descalificar a los organismos autónomos bajo el paraguas de que “nadie los conoce” es equivalente a descalificar a su gabinete y tan relativo como preguntar qué significa la fórmula de H2O. Somos un país incorregiblemente ignorante, y en consecuencia, lejos de ser un pueblo sabio, es una comunidad manipulable.

Afirma el iluminado y dueño absoluto de la verdad, que los organismos autónomos son caros. Veamos, mientras que el presupuesto del Inai, es de 947 millones, oficialmente el de la Presidencia de la República es de mil 497 millones de pesos. Sin contar viajes, vestimenta, comelitones, regalo de 90 millones de pesos para el estadio de Pío López Obrador ni contratos para Fátima López Obrador. El presupuesto de Inegi, Coneval, Inai, IFT, FGR, Banxico, Cofece o CNDH es, en su conjunto, de sólo el 0.02% del presupuesto federal. El INE, que canaliza importantes sumas a todos los partidos políticos y realizará la más grande y compleja elección de toda la historia, por razones obvias, tiene un presupuesto más grande.

Luego entonces, la animadversión del señor Obrador tiene como asiento retórico, el resentimiento versus la autonomía, ya que esto escapa a su desmedido afán de concentración de poder.

Como forma de acompañamiento, vale la pena recomendar a los organismos autónomos construir explicaciones contundentes de su quehacer cotidiano, de sus tareas y cómo influyen en la vida cotidiana de la comunidad. ¿Qué tanto el Inai ha fortalecido nuestra vida democrática?, ¿por qué la Cofece regula a las compañías petroleras privadas y a Pemex?, ¿para qué sirve la CNDH y cómo me acompaña a defenderme contra abusos de compañías privadas, individuos y acciones gubernamentales?

Todo este texto tiene una meta: obstaculizar medidas presidenciales que no solamente significan un retroceso para la vida de la nación, sino también evitar una ruptura, quizás indeleble para nuestra vida social, cultural y, evidentemente, política.

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Entre la pandemia, el amontonamiento de cadáveres causados por la irrefrenable violencia y la toma del Capitolio, ha quedado entre nubes y sábanas lo dicho por Trump hace días en la frontera con relación a su caballeroso amigou Obrador. Él, que se ha cansado de injuriarnos y estigmatizarnos como una raza inferior, ha calificado al gran presidente mexicano como decisivo para impedir las caravanas de migrantes poniendo 27 mil soldados en las fronteras sur y norte para proteger a Estados Unidos.

El apoyo en campaña destinando un viaje a Washington cargado de elogios hacia Trump, desconociendo hasta el límite el triunfo de Biden y defendiendo la actitud y discursos de insurrección de este individuo, no pueden ocultar el servilismo que ningún mandatario mexicano había tenido desde Antonio López de Santa Anna y Pérez de Lebrón, su alteza serenísima, quien, entre otras monerías, vendió a Estados Unidos más de cien mil kilómetros cuadrados de territorio mexicano.

¡Qué vergüenza!