“El etiquetado frontal es útil”
Las autoridades de Salud y expertos han elaborado desde hace años etiquetados frontales para los alimentos, esperando que los consumidores tomen conciencia del problema y disminuyan sus excesos alimentarios.
MITO
“El etiquetado frontal de los alimentos es útil”.
Uno de los graves problemas de salud deriva del aumento constante de diabetes, hipertensión y otras enfermedades debido a su alimentación alta en calorías, azúcares, etcétera.
Las autoridades de Salud y expertos han elaborado desde hace años etiquetados frontales para los alimentos, esperando que los consumidores tomen conciencia del problema y disminuyan sus excesos alimentarios.
CONSECUENCIA
En contra de lo que se esperaba, el resultado, después de años, es que el estado de salud de la población mexicana no sólo no ha mejorado, sino que ha empeorado, como lo pueden certificar los resultados de la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición que se realiza cada año: más obesos, más diabetes, más hipertensión, más muertes..
REALIDAD
El etiquetado frontal de los alimentos, como los que tienen los productos de otros países, contiene datos precisos y exactos, números incontrovertibles que pueden dar la mayor orientación a quien desee tener una alimentación adecuada. Esto es semejante a las indicaciones que tienen muchos otros productos del mercado, desde jabones, perfumes y artículos de tocador hasta prendas de ropa de todo tipo.
Pero el etiquetado frontal, como otras etiquetas, está ahí, es bueno, pero no es cierto que los compradores lo leen y menos cierto que lo toman en cuenta para sus compras.
A mí me interesa profundamente la salud de los mexicanos y me da mucha tristeza que todo quede en etiquetados. Para comprobar lo anterior hice un experimento por demás sencillo: ahora que ya me jubilé de la cirugía, fui al supermercado que está cerca de mi domicilio y estuve en el área de los alimentos, con la mayor discreción, durante más de media hora pregunté a quienes habían escogido algún producto si habían visto el etiquetado y sólo dos personas me dijeron que sí, otros se me quedaron viendo (como dice mi tía: con una cara de What?) y no dijeron nada, pensando que estaba loco; la conclusión es que todos los demás compraron lo que les gusta y, con una sonrisa, ignoraron mi pregunta. Esto concuerda con la información de que, en general, los mexicanos no leen, y que los lectores de libros, diarios, productos, disminuyeron en estos años en un 33 por ciento.
De modo que las modificaciones a la Ley General de Salud y la Norma Oficial Mexicana, que recién avaló la Suprema Corte de Justicia de la Nación, volverán a ser inútiles y seguiremos creyendo que con un etiquetado mejorará la salud de los mexicanos, lo cual es totalmente falso y ya se ha comprobado en otros países.
Lo que se requiere es un plan universal de educación para la salud desde el nacimiento, lo que se requiere es educación a las madres y a los padres, lo que se requiere es orientación a los estudiantes y no prohibiciones.
En mi vida como médico, desde que me dediqué a atender pacientes con exceso de peso, obesidad y todas sus consecuencias, lo único que ha funcionado es la educación, no las etiquetas. Cien etiquetados frontales no cambiarán el panorama.
