La tragedia de los refugiados

PRZEMYSL, Polonia.– Entre 350 mil y 500 mil ucranianos han abandonado el país desde que Rusia invadió su país, el jueves 24 por la madrugada.De los problemas que produce la guerra, los refugiados siempre me han parecido los menos atendidos. Se tiende a pensar que si ...

PRZEMYSL, Polonia.– Entre 350 mil y 500 mil ucranianos han abandonado el país desde que Rusia invadió su país, el jueves 24 por la madrugada.

De los problemas que produce la guerra, los refugiados siempre me han parecido los menos atendidos. Se tiende a pensar que si alguien ha logrado evitar un peligro mortal, ya no merece interés.

A lo largo del tiempo que he dedicado al oficio del periodismo, siempre me ha parecido importante hacer luz sobre este tema.

Por ello, he visitado campamentos de refugiados guatemaltecos en México; de afganos en Pakistán, y de congoleses en Sudán del Sur.

Ahora he venido a este punto de la frontera entre Polonia y Ucrania, por donde ha entrado un torrente de refugiados, el mayor de esta crisis.

Ayer estuve en la estación del tren de esta ciudad, uno de sus pocos inmuebles originales, pues fue arrasada dos veces, una en cada una de las guerras mundiales. 

Aquí me tocó atestiguar la llegada de un tren con centenares de personas que abandonaron intempestivamente sus hogares a causa de los bombardeos rusos.

Sin duda, hay algo tranquilizante en su llegada. A diferencia de la Segunda Guerra Mundial, cuando los judíos de Polonia y otros países de Europa eran llevados por ferrocarril a campos de concentración, estos trenes han servido para darle seguridad a decenas de miles de personas.

Aun así, estos refugiados tienen mucho en común con los afganos de finales de los años 70, los guatemaltecos de los 80 y los congoleses de este siglo: el desarraigo de la tierra y la incertidumbre sobre el futuro. Y es el mismo pesar de los actuales desplazados internos en México.

En estas mismas páginas, le presento una crónica de algunas de las historias de estos refugiados ucranianos. Personas jóvenes y viejas que tienen que pensar qué harán, de qué vivirán de ahora en adelante y cuándo podrán volver a su tierra, si es que alguna vez lo hacen (el campamento de los afganos a las afueras de Peshawar se convirtió en una ciudad precaria de más de 2 millones de personas).

Cubrir los efectos de una guerra siempre me ha parecido uno de los rasgos más reveladores del trabajo periodístico, pues es en estas circunstancias cuando surge lo más brillante y lo más tenebroso del ser humano, cosas que son difíciles de percibir en otra situación.

Los muertos se entierran y se les llora. Los edificios dañados se reparan o se derruyen y se levantan de nuevo. Sin embargo, la preocupación por los refugiados deja de existir en cuanto se desvanecen las amenazas que los hicieron huir.

Sus historias merecen contarse.

Buscapiés

* Del otro lado de esta frontera, el diálogo se atora. Rusia exige la rendición de Ucrania y ésta demanda que las fuerzas extranjeras salgan del país. Las recientes amenazas de Moscú de usar la fuerza nuclear para resolver el conflicto nos remite a los peores tiempos de la Guerra Fría, cuando la Crisis de los Misiles estuvo a punto de provocar la extinción de la humanidad. Suscribo lo que escribía en estas páginas mi compañero José Elías Romero Apis, aquel episodio se superó por el talento de John F. Kennedy y Nikita Jrushchov, cuyo acuerdo subsiste hoy, seis décadas después. Pero ¿estarán a la altura del riesgo que enfrentamos los presidentes Joe Biden y Vladimir Putin

* Ayer, mientras continuaba la puja de los dos ejércitos por las ciudades clave de Járkov y Chernigov, el presidente ucraniano Volodímir Zelenski devolvió el conflicto con Rusia al punto de origen con su petición de sumarse a la Unión Europea. La aspiración de los ucranianos de lograr los niveles de desarrollo que la vecina Polonia ha logrado al ser parte del bloque, fue saboteada por el presidente pro ruso Víktor Yanukóvich, cosa que produjo su destitución en la revolución del Maidán y el consiguiente revanchismo de Moscú.

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