Logo de Excélsior                                                        

La pausa

Pascal Beltrán del Río

Pascal Beltrán del Río

Bitácora del director

La declaración parecía sacada de la canción Vamos a darnos tiempo, de José José.

En la conferencia mañanera, el Presidente hablaba de su propuesta de reforma eléctrica y de cómo, en su opinión, las empresas extranjeras han hecho “negocios jugosos al amparo del poder”.

Y ¡que se acuerda de España!

“Ahora no es buena la relación”, afirmó. “Y a mí me gustaría que hasta nos tardáramos en que se normalizara para hacer una pausa, que yo creo que nos va a convenir a los mexicanos y a los españoles, desde luego al pueblo de México y al pueblo de España, hacer una pausa en las relaciones, porque era un contubernio arriba, una promiscuidad económica-política en la cúpula de los gobiernos de México y de España, pero como de tres sexenios seguidos, y México llevaba la peor parte, lo saqueaban”.

Aun con la monotonía de la voz presidencial, la palabra “pausa” retumbó como en una caverna. “Vale más darnos un tiempo, una pausa. A lo mejor ya cuando cambie el gobierno ya se restablecen las relaciones y yo desearía, ya cuando no esté yo aquí, que no fuesen igual como eran antes”, agregó.

¿De dónde pudo sacar eso? Quién sabe. Desde luego, ¿quién no está enterado de la molestia de López Obrador por la falta de respuesta a una carta que dirigió al rey Felipe VI –hace casi tres años– para pedirle que España se disculpe con México por los abusos ocurrido durante la Conquista? Sí, pero ¿de allí a hablar de “restablecer las relaciones”?

Sólo se restaña lo que está quebrado y se normaliza lo que se ha vuelto irregular. Algo tenía que haber sucedido. Incluso para un presidente cuyo “pecho no es bodega”, poner en “pausa” una relación que se ha roto una sola vez desde 1836, con la asonada de Francisco Franco, resulta demasiado.

Incluso cuando España se unió a Francia y Reino Unido, en 1861, para presionar militarmente a México para que cubriera su deuda, las diferencias entre españoles y mexicanos se arreglaron con una conversación, en La Soledad, Veracruz, entre el general Juan Prim y el canciller Manuel Doblado. A eso se debe que, desde 1896, esa población se llame Soledad de Doblado.

Por muy enojado que esté el mandatario, no puede dejar de pensar en los 40 mil mexicanos que viven en España y los 20 mil españoles de nacimiento que viven en México, ni en las empresas de nuestro país que operan en aquél, ni en la cuantiosa inversión directa que llega acá y que hace de España el segundo país, detrás de Estados Unidos, en ese rubro.

¿Qué pudo haber pasado? Comencé a llamar a mis fuentes. Así me enteré que tanto en el Senado –donde se estaba en espera de que llegara la propuesta del Presidente para que el exgobernador Quirino Ordaz sea el próximo embajador en Madrid– como en las secretarías de Relaciones Exteriores y Gobernación se enteraron de lo que dijo el Presidente en el momento que habló. ¿Cómo interpretarlo y qué consecuencias podría tener la afirmación? No me supieron decir.

La noticia no tardó en llegar a Lyon, Francia, donde el ministro español de Exteriores, José Manuel Albares, estaba reunido con sus pares de la Unión Europea. Albares expresó “sorpresa”. Dijo que acababa de tener una reunión muy cordial con Marcelo Ebrard, el 27 de enero, en Tegucigalpa, donde le comunicó que Madrid había otorgado el beneplácito a Ordaz como nuevo embajador.

“El gobierno español no ha hecho ninguna acción que pueda justificar una respuesta de este tipo”, afirmó el ministro, y adelantó que defendería los intereses de España “ante cualquier circunstancia y  cualquier país”. Aun así, se dijo confiado en que la relación bilateral es “estratégica” y que “va más allá de declaraciones súbitas o palabras puntuales”.

¿Qué pudo haber pensado el Presidente? Sólo él lo podrá decir. ¿Fue un escalamiento de la molestia que viene cargando desde hace tres años o se trató de un intento de cambiar la conversación ante los temas espinosos que enfrenta su gobierno?

Probablemente hoy, como ha ocurrido otras veces, López Obrador se encoja de hombros, diga que sacaron sus palabras de contexto y dé vuelta a la página. Pero dudo que entre los socios de México en el mundo esto termine como una simple anécdota. Más de uno habrá tomado nota.

Comparte en Redes Sociales