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García Luna y la DEA

Pascal Beltrán del Río

Pascal Beltrán del Río

Bitácora del director

Si Genaro García Luna es responsable de los delitos cuya comisión le atribuye la fiscalía estadunidense en el juicio en su contra, que comenzó el lunes en Nueva York, lo más seguro es que haya engañado a las autoridades de aquel país, comenzando por la mismísima Drug Enforcement Administration, la DEA.

Hace once años, tuve la oportunidad de entrevistar para Excélsior a Michele Leonhart, quien dirigía la agencia. En ese momento, García Luna estaba a diez meses de terminar su gestión. Durante la charla, ella se refirió a la cooperación con México y, en particular, a la relación de trabajo con el secretario de Seguridad Pública del gobierno del presidente Felipe Calderón.

Por ser periodísticamente relevante, reproduzco aquí algunos fragmentos de aquella entrevista:

—¿Cómo va la relación de la DEA con México?

—Hemos tenido una relación sin precedentes con el gobierno mexicano, especialmente con la SSP, que encabeza Genaro García Luna, así como con otras dependencias en México.

“Llevamos casi 40 años trabajando con nuestras contrapartes mexicanas, pero nunca antes habíamos visto una relación como ésta, de colaboración conjunta, de intercambio de información, de preocupaciones compartidas.

—Como usted sabe, en México ha habido críticas a la forma en que el gobierno ha estado combatiendo a los cárteles. ¿Cree la DEA que el gobierno mexicano lo ha hecho de la mejor manera?

—La DEA ha estado en este negocio desde hace 40 años y creemos que el presidente Calderón y su gobierno tienen la estrategia correcta. Se han dado cuenta de que es necesario perseguir a estas organizaciones, y nuestra experiencia como DEA ha sido que cuando uno va tras ellas se tienen los mejores resultados.

“El gobierno mexicano ha sido firme en su determinación de quebrarles la espalda a los cárteles y ha tenido logros. Si hay algo que criticar de uno y otro lado de la frontera sobre las investigaciones que realizamos, es que trabajamos con operaciones y fuentes encubiertas, y eso hace que no sea fácil compartir esa información sin poner vidas en riesgo o sin exponer investigaciones antes de que estén terminadas (…)

“En la reciente visita que me hizo Genaro García Luna me di cuenta que allá han estudiado los datos para determinar cuáles de sus estrategias, que nosotros apoyamos, han tenido el mayor impacto. Ahora hay evidencia de que están marcando una diferencia.

—En Washington hay preocupaciones sobre el futuro de la relación. Ambos países tienen elecciones este año (2012). ¿Teme usted que la política pueda interferir?

—(…) A todos nos preocupa el tráfico de drogas, así que lo que nos ocupa es desarrollar una asociación antinarcóticos, perfeccionar técnicas, desarrollar inteligencia para que, suceda lo que suceda en la escena política de nuestros dos países, tengamos unos funcionarios y agentes procuración de justicia dedicados que cuenten con las herramientas que requieren (...)

“Sé que Genaro García Luna piensa lo mismo. Lo que hacemos es fijar la vista en esas organizaciones que tratan de tener un impacto en nuestros dos países. Usamos las técnicas y trabajamos juntos; nos respetamos y tenemos una responsabilidad en común y confianza mutua, dejando a salvo la jurisdicción de cada país. Y eso nada tiene que ver con política”.

—¿Qué opina de que los cárteles, al quebrarse o ser aprehendidos sus dirigentes, suelen volverse más violentos?

—Un buen ejemplo es lo que pasó cuando desbaratamos los cárteles en Colombia. Lo que Genaro García Luna ha demostrado con sus estrategias es que cuando se persigue por primera vez a estas organizaciones, de arriba a abajo, y se hacen detenciones, se verá algo de violencia, porque la gente que queda pelea por posiciones y territorio.

“Lo que me genera optimismo es que estamos viendo lo mismo en México que lo que se vio en Colombia: que estas organizaciones acaban por perder su poder, líderes e influencia y se convierten en grupos más pequeños y menos fuertes. Y eso es muy importante, porque los cárteles grandes generan más dinero y tienen mayores posibilidades de corromper a las instituciones.

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