Vicios del amor X. Recalcular

• Muchas veces las soluciones no están en las respuestas, sino en las preguntas. En esa oportunidad que nos damos de replantear las elecciones que tomamos, porque no importa la magnitud del pacto...

Salen errados nuestros cálculos siempre

que entran en ellos el temor o la esperanza.

Molière

La RAE define calcular como hacer cálculos, considerar, reflexionar algo con atención y cuidado. Re, de acuerdo con la misma fuente —como prefijo—, señala repetición, denota intensificación y también ir hacia atrás... Recalcular es, en palabras simples, volver a definir lo que alguna vez consideramos como una verdad.

Muchas veces las soluciones no están en las respuestas, sino en las preguntas. En esa oportunidad que nos damos de replantear las elecciones que tomamos, porque no importa la magnitud del pacto; si con el tiempo ese acuerdo nos afecta, hay que anularlo. Las virtudes que no se recalculan a tiempo también pueden convertirse en vicios... en otros vicios del amor, como la sumisión, la abnegación, la esclavitud y, peor aún, la resignación.

Nada ni nadie puede obligarnos a mantener acuerdos que nos afecten, y resulta aún más grave cuando, por temor a recalcular la situación, se continúe negando la realidad y lo inevitable.

Nuestra vida merece que nos detengamos a cuestionar los vínculos que no nos hacen bien y que tampoco acompañan nuestros planes, proyectos o deseos; evolucionar y transcender es un derecho que todos tenemos y, ante escenarios que lo limiten, ignoren o impidan, no podemos esperar a que el otro cambie de opinión. Se pierde un tiempo muy valioso pretendiendo cambiar al otro o exigiéndole un comportamiento que no es capaz de respetar. Esperar a que el otro cambie la dinámica de un vínculo —cuando básicamente no le afecta o se beneficia de él— es una batalla de antemano perdida y, por ende, innecesaria.

No podemos cambiar al otro o pedirle que deje de ser quienes. Lo que siempre podemos cambiar es la manera de transformarnos a nosotros mismos frente a esa realidad y ese vínculo que nos afecta. Es nuestra responsabilidad detenernos a pensar sobre nuestras decisiones y simplemente recalcularlas. Recalcular implica redefinir ese vínculo, reencaminarlo, anularlo o simplemente plantearlo desde otro punto de vista. Recalcular no es quedarse a rumiar el tema, no es instalar sen el tiempo pasado y someter nuestro presente anulando nuestras posibilidades futuras, al contrario, es aprovechar esa incomodidad y tomarla como una oportunidad de cambio. Recalcular es colocarnos en otro espacio emocional que nos permita visualizar horizontes posibles y positivos para nosotros mismos.

Recalcular nuestras decisiones y replantearnos aquellos vínculos que nos afectan es un acto de amor propio, no es y nunca será un fracaso, un error, una cobardía. Fracaso, error y cobardía es no aceptar que nos hemos equivocado, es no aceptar que merecemos más y mejor, es instalarnos en la agonía de una muerte anunciada, en la pesadumbre de soportar lo intolerable, en permanecer ahí en ese lugar que nos consume. Señala el sociólogo Rafael Echeverría que el campo emocional de las personas es el factor que define sus límites para el cambio y la superación. Así, nuestro estado emocional es lo primero que debemos cambiar para poder acceder a nuevas oportunidades, es ese espacio de tiempo que nos debemos para el aprendizaje de lo vivido y continuar de manera distinta.

Créame, sólo se resigna el que ha perdido la ambición de ser mejor, el que ha decidido rendirse ante sí mismo por su necedad, su incapacidad de modificar sus conductas y hábitos, y por destruirse a voluntad. Nadie vale ese sacrificio ni ese abandono.

La medida que se tenga del amor propio es la misma medida que podrá dar a los demás, si usted acepta menos que eso, el problema no le es ajeno. El que poco cree merecer, poco cree valer.

Exíjase ser mejor y comprenderá lo que ese esfuerzo conlleva y la valía que esto le aporta; es muy probable que esa experiencia no le coloque nuevamente en ninguna relación del vínculo que sea que le demerite. El vínculo por excelencia siempre será el que tenga con usted mismo, con esa fuerza que le permita evolucionar y mantenerse siempre firme en su mejor lugar y versión. Como siempre, usted elige.

¡Felices amores, felices vidas!

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