Vicios del amor vs. Eres el amor de mi vida...
• Elija esos amores que le hagan bien, que lo hagan mejor
El amor sólo da de sí y nada recibe sino de sí mismo.
El amor no posee y no quiere ser poseído.
Porque al amor le basta con el amor.
Kahlil Gibran
Los sentimientos son como la materia, no se crean ni se destruyen sólo se transforman. Cuantas veces le hemos dicho a alguien: eres el amor de mi vida... y sí, por ese instante lo fue, lo es y quizá lo siga siendo...Y quien haya creído que no lo tiene, sí lo tiene... Todos tenemos un amor de nuestra vida y, con suerte, para quien elige sentir... algunos más.
Nos equivocamos al pensar que, el amor de nuestra vida es una pareja que raya en la perfección del amor romántico anhelado, ese amor que se materializa en una sola persona y se atreve a reinventarlo todo incluso a uno mismo. Cuánta insensatez, qué poco acertado...
El amor de nuestra vida son esos amores selectos y únicos que nos permiten conocer el amor en todas sus formas y matices, son esos amores recíprocos, bien integrados, genuinos, nobles, y puros, esos que son capaces de arrancarnos una sonrisa y reír a carcajadas, los que escuchan, los que se interesan, los cómplices, esos con los que se puede soñar, los que hablan y callan desde el corazón, los que contienen, los que se consolidan y están... los que se quedan en las experiencias de la vida.
Son, sobre todo, esos amores que educan nuestra manera de amar, y de ser amados, los que amplían nuestra capacidad de dar y de recibir... esos que nos convierten en mejores personas.
Uno ama por elección, por lo que esa persona deja en uno mismo, por lo que le hace sentir; amamos porque el amor nos hace bien. No existe en el mundo mejor experiencia que amar y saberse amado, no hay nada que nos procure más fuerza, más impulso, más arraigo que un buen amor, y tampoco existe nada que nos haga conocer y conocernos mejor que esa experiencia.
Los amores de nuestra vida no son lo que nos han hecho creer, esos amores, maltrechos, estrechos y tórridos que nos incapacitan y nos roban la paz ni los que destruyen todo a su paso, no son los del recuerdo imborrable por irascible, ni los que dejan grandes cicatrices, ni tampoco los que pretenden minimizarnos, acorazarnos y amedrentarnos con miras al futuro. No, esos son errores que no merecen llamarse amores, son simples lecciones de vida que se deben superar.
Créame, podemos ser nuestro primer amor o el último de ellos, pero el amor empieza en uno mismo, en lo que somos y en la capacidad que tengamos de sentir y de vivir ese amor.
El amor de nuestra vida somos nosotros mismos instruidos a partir de esos otros amores, esos que han tenido la voluntad, la valentía y el poder suficiente para permitirnos sentir, nombrar, expresar y replicar ese amor. Al final, si hemos sabido valorarlo y hemos tenido la humildad suficiente para aceptarlo, comprenderemos que somos, en gran medida, resultado de la experiencia de la suma de esos amores.
Por eso hoy lo invito a ser selectivo en el amor, elija esos amores que le hagan bien, que lo hagan mejor, que sumen a su vida, que lo construyan, que lo empoderen para lograr sus objetivos y sus metas, esos que le hagan sentir el orgullo de pertenecer y de estar. Esos... que nunca se van, porque se han quedado en nuestra esencia, en nuestras formas, en nuestro lenguaje, en nuestro querer.
Recuerde que siempre tendremos a lo largo de nuestra vida muchas historias de amor, pero lo que verdaderamente necesitamos es una historia de vida llena de él; porque no siempre y no todas las personas tienen la capacidad de elevar los estándares del buen amor y es ese amor el que necesitamos para alcanzar nuestro máximo potencial. Elija esos amores que lo acompañen y lo hagan feliz, esos que lo inspiren a amar más y mejor, esos que expanden sus horizontes y su vida.
Como siempre, usted elige.
¡Felices amores, felices vidas!
