Vicios del amor IV. La mentira

• Quien miente en lo que es adquiere una gran responsabilidad al obligarse a seguir mintiéndose y mintiendo, para que, finalmente... sólo se le crea una mínima parte...

La violencia sólo puede ser disimulada por una mentira

 y la mentira sólo puede ser mantenida por la violencia.

Aleksandr Solzhenitsyn

La RAE define mentira como la expresión o manifestación contraria a lo que se sabe, se piensa o se siente; también como cosa que no es verdad y como acción de mentir (...) mentir, según la misma fuente, es inducir al error, falsificar algo; faltar a lo prometido y/o quebrantar un pacto.

Quien miente en lo que es adquiere una gran responsabilidad al obligarse a seguir mintiéndose y mintiendo, para que, finalmente... sólo se le crea una mínima parte de lo que pretende.

Aristóteles decía que en la mentira se distinguen dos vertientes; la jactancia, que consiste en exagerar la verdad; y la ironía, que consiste en disminuirla, estas dos corresponden a las mentirás más bien livianas, banales, piadosas. Las mentiras graves las separaba y les daba el nombre de vicios graves.

No todas las mentiras son iguales, sin embargo, todas ellas hablan de la calidad moral, la ética, los valores y principios o de la humanidad de la persona que las dice. La responsabilidad de una mentira es de quién la dice, pero también de quien la permite; sobre todo cuando de amor se trate, porque hay quienes prefieren vivir entre mentiras y quienes se niegan a verlas. Los hay que prefieren mentirse y los hay quienes, a sabiendas de que les mienten, prefieren esa mentira a enfrentar la realidad de la inexistencia de sus fantasías.

El amor guarda siempre muchas mentiras, algunas para evitar un sufrimiento, otras, porque la verdad resulta innecesaria, normalmente por la incapacidad de ser uno mismo y aceptarse y más... por simple maldad. El amor en todas sus versiones puede esconderse detrás de una mentira, puede incluso —cuando el amor es genuino y verdadero— permanecer ahí con profundo misterio.

Lo sorprendente es que se miente para ser querido y se miente para dejar de querer. El amor, desgraciadamente, soporta muchas mentiras, no por lo bondadoso que es, sino por la vulnerabilidad que exige. El amor es, sin duda, un catalizador de las mentiras y de las verdades de cada uno.

La psicología señala diez razones por las cuales alguien elige mentir: 1.- para protegerse; 2.- por necesidad de aprobación; 3.- para cubrir otra mentira; 4.- para adaptarse; 5.- para darse importancia; 6.- para halagar; 7.- por interés; 8.- para ganar tiempo; 9.- por piedad y 10.- por venganza. Cualquiera de ellas nos describe bien quién miente, el que miente es un ser humano herido y débil.

El que miente siempre sabe que miente y lo elige así, consciente, como también lo es del daño que es capaz de causar a sí mismo y a los demás. La mentira es una falta de respeto. Es la suma de complejos e incapacidades de vivir en la realidad. La mentira en el amor es siempre un vicio grave, como bien dice Aristóteles.

Un vicio que termina con la felicidad de quien se atreve a mentir y quien se obliga a sí mismo a soportar esa mentira.

El amor genuino no admite la violencia en ninguna de sus formas y la mentira como vicio grave es violencia, porque engaña, porque pretende suplantar la esencia, la identidad, las palabras y las acciones; porque perturba, sentencia e insulta el vínculo y minimiza a sus participantes. En el amor no se miente y, si se miente, no es amor, es simplemente un seudoamor, como decía Erich Fromm, un refugio para la soledad y el egoísmo de dos, una simple gratificación instintiva y temeraria... un amor atenuado, frágil, cobarde y vacío.

Por eso hoy lo invito a no mentir y no mentirse, a ser auténtico y coherente con sus palabras, sus acciones y, sobre todo, con los principios y valores que sustentan sus estándares del amor. El amor, como todo, se siente, se analiza, se trabaja y se materializa en los pequeños y los grandes momentos de la vida, en lo bueno y en lo que no lo es tanto, en las sombras y en las luces de cada uno. El amor es bueno y hace bien, la mentira es un vicio que lo destruye y puede convertirlo en la peor de sus experiencias. Cada quien es libre de elegir cómo quiere presentarse al amor, pero, como en todas las oportunidades, le diré que son pocas las que verdaderamente valen la pena, así que exíjase a sí mismo su mejor desempeño y no se conforme nunca con menos, con ese menos al que no se le puede llamar amor. Como siempre, usted elige.

¡Felices amores, felices vidas!

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