Esa vida que desea IV. Su propio diálogo

Estamos destinados a ser lo que nos decimos a nosotros mismos…

Para dialogar, preguntad primero; después..., escuchad

                Antonio Machado

La vida que desea comienza por la vida que es capaz de contarse a sí mismo para vivirla. La vida que desea depende de lo que es capaz de editar, transformar y reescribir de su pasado. La vida que desea depende de lo que elige decirse a sí mismo cada día en su presente. La vida que desea depende de lo que es capaz de proyectar en su emoción y sus palabras… la vida que desea depende, sí, de ese diálogo interno al que elige alinearse disciplinadamente. Quien dirige su propio diálogo… dirige su vida.

El diálogo interno es el conjunto de conversaciones que tenemos con nosotros mismos y son las palabras que mayor impacto provocan en nuestras emociones, pensamientos, comportamientos y acciones. En él se mantiene un flujo constante de ideas, reflexiones y evaluaciones que pueden ser positivas, negativas o neutras, cada uno elige su tendencia, el peso, el carácter y la importancia con la que elige aprobarlas o desestimarlas. Es lo que nos decimos y cómo lo decimos, él sostiene la carga de nuestro autoconcepto, de nuestra autoestima, es la voz que nos motiva o nos desmotiva, la voz que nos construye o nos destruye, es quien guarda nuestros mayores secretos, sueños e ilusiones y, también, quien nos reta ante aquello que intenta derrumbarnos; él puede ser la mejor de nuestras compañías o la peor de ellas.

Lo que se olvida… es que es uno el que debe elegir y controlar ese diálogo, es uno el que debe cuestionarlo, analizarlo, protegerlo, transformarlo, pulirlo y alinearlo con esa vida que desea vivir, con esa persona que desea ser.

Se lo menciono, mi querido lector, porque los diálogos internos se van fraguando en la vida más de lo que otros dicen que aquello que nos decimos a nosotros mismos, se construyen ahí, en lo que elegimos creer de nuestra historia y que nos van afianzando en esa misma historia a veces tan fallida e irreal, porque la mente siempre estará buscando motivos para que eso que pensamos sea lógico e irrefutable, porque la mente se proyecta en lo que nos resulta familiar y es exactamente lo mismo que atrae a nuestra vida. Si alguien le dijo que no podría hacerlo y usted no lo intentó lo suficiente o nunca lo puso a prueba, es probable que nunca más lo intente. Si dice siempre me pasa lo mismo, le seguirá pasando lo mismo… es así de sencillo, usted configura su pensamiento, y su pensamiento configura su vida. Usted se convierte en lo que decide creer de sí mismo y su vida, se convierte en el reflejo de eso mismo que usted decide ser.

Estamos destinados a ser lo que nos decimos a nosotros mismos… fíjese si es importante, mi querido lector, que se amigue con esa vocecilla que resuena a cada instante en su cabeza, mire si es preciso que mantenga el liderazgo de ese ir y venir de pensamientos, mire si es determinante que se eduque en el amaestramiento de su mente. Y mire si es absolutamente sorprendente también lo que puede hacer por usted, si elige un diálogo que le favorezca.

Ya se lo he dicho muchas veces… lo que su vida necesita es a usted, que usted tome el mando empezando por ese lugar: su mente. Identifique y reconozca esos pensamientos que no aportan nada interesante ni positivo para su vida, reemplácelos por aquellos que sí lo hagan, aquellos que le favorezcan, por esos que necesita escuchar, practique la autocompasión… sea amable consigo mismo, trátese con amor, respeto y dignidad.

Y le digo más, dígase, incluso, lo que nadie le haya dicho y siempre haya necesitado escuchar, y establezca esa relación impecable e incondicional de amor profundo, de reconocimiento, de valía, de motivación, de risas, de reflexiones, haga de su mente su mejor aliado, su mejor compañero, su espacio favorito… le aseguro que la vida se vive y se proyecta mejor desde ese lugar, desde esa visión, desde esa realidad. Como siempre, usted elige.

¡Felices diálogos, felices vidas!.

Temas: