#SoyFifí

Dijo don Jesús Reyes Heroles: “Seremos inflexibles en la defensa de las ideas, pero respetuosos de las formas, pues en política, frecuentemente, la forma es fondo”. Yo mismo no sé de dónde me vino la devoción por la forma, por las palabras, por la manera de ...

Dijo don Jesús Reyes Heroles: “Seremos inflexibles en la defensa de las ideas, pero respetuosos de las formas, pues en política, frecuentemente, la forma es fondo”. Yo mismo no sé de dónde me vino la devoción por la forma, por las palabras, por la manera de plasmarlas y acomodarlas para darle claridad y sentido a lo que buscamos expresar. Expresiones fue el nombre elegido para esta sección de Excélsior. Vaya pues un listado de ellas. Conste, se las tomé prestadas a la columna de Leo Zuckermann: achichincle, canallín, chachalaca, corruptazo, espurio, lambiscones, maiceado, mapachada de angora, minoría rapaz, paleros, pandilla de rufianes, pirrurris, riquín, señoritingo y un larguísimo etcétera, luego de 18 años. ¿La más reciente? Fifís. ¿Significados? Afeminado, cursi, presumido, de modales exageradamente delicados, que se ocupa de seguir las modas. La palabrilla puede aplicarse a lo que guste uno, aunque recientemente ha sido utilizada para catalogar a los medios de comunicación, a la prensa. Lector cuidadoso y cotidiano de Excélsior, estoy seguro de que la tendencia de quienes agradecemos y utilizamos este excelente medio de expresión habrá sido, en general, la que requiere emitir una opinión para ser calificada como fifí. Me asumo, pues, columnista fifí.

No estoy seguro de si quienes recientemente han convocado a una marcha merezcan el calificativo; sólo me suena a que es de esa manera. Tampoco estoy seguro de haber entendido el sentido de convocatoria y marcha, en principio propuesta para protestar contra la decisión de cancelar la construcción del nuevo aeropuerto de Texcoco. Creo que la intención va más allá, para inaugurar un espacio de manifestación en el que participen mexicanos, cuyo pensar pueda llegar a ser contrario al del Presidente electo, con plena conciencia de que la marcha convocada para el domingo 11 de noviembre no habrá de ser la última ni la más concurrida. Me sonó, pues, a un aquí estamos, comencemos. De no ser así, espero que quienes convocan me corrijan.

De regreso a los calificativos presidenciales —expresiones—, y tratando de interpretar el significado preciso que se pretende dar al que nos ocupa, pensé en algunos posibles antónimos. “Pueblo bueno” tendría que ser la propuesta oficial, aunque es posible agregar algunos otros, también despectivos, como naco, indio o el que parece ser de la autoría de un exmandatario mexicano: chairo. ¿Qué sentido tiene que los antónimos sean ofensivos? De esa manera resumen, según yo, la estrategia: polarizar. Todos entendemos que de eso va cualquier campaña política, de exhibir propuestas ideológicamente polares, para forzar a los votantes a tomar partido. Una vez que alguna de las propuestas ha triunfado, ¿qué justificación tiene el empleo de adjetivos que profundicen esa polaridad? ¿Pobres y ricos? ¿Sus intereses en pugna, por consiguiente? Los fifís agrupados para representar el interés perverso de los que no quieren una política de justicia social. Los medios y quienes por vía de ellos nos expresamos, defendiendo el interés de los presumidos. A eso suena la taxonomía elemental de quien gobernará México seis años. Eso parece encerrar el uso de tantos adjetivos ofensivos en tres campañas políticas sucesivas. Un gobernante, a menos de 30 días de asumir el poder, no pretende que sus gobernados hagan causa común, que compartan empeños. A cambio emplea el más burdo antagonismo: los ricos presumidos quieren un aeropuerto nuevo, mientras que los pobres comparten su afán justiciero al cancelar la obra. ¿Marcha fifí promovida por medios fifí? A mí con eso me basta para estar ahí, presente para el pleno ejercicio de una categoría, que lejos de ser merecido castigo para los inconscientes, puede volverse un distintivo útil para convocatorias públicas. Insisto, me asumo: #SoyFifí.

Temas: