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Secretos ocultos

Lucero Solórzano

Lucero Solórzano

30-30

El director español Sergio G. Sánchez dirige y escribe una muy efectiva película de terror y suspenso titulada en español Secretos ocultos (Marrowbone, España, 2017). Ya mostró sus habilidades en el tema colaborando con Juan Antonio Bayona en los guiones de El orfanato y Lo imposible.

Como otros realizadores españoles que llevan buen paso en el cine de habla inglesa: el propio Bayona, Jaume Collet-Serra, Nacho Vigalondo, ahora Sergio G. Sánchez dirige su primer largometraje y lo hace con un bien seleccionado grupo de actores británicos, filmando en España, en regiones que se asemejan al agreste norte de la costa Este norteamericana.

Los directores españoles han sabido manejar de una forma muy particular el género del terror y Sánchez no se queda atrás, contando una historia bien estructurada con giros de tuerca inesperados y momentos de suspenso que, aunque se derivan de lugares comunes del género, mantienen al espectador en ascuas y tiene su buena dosis de sorpresa.

La historia se inicia con una mamá y sus cuatro hijos que llegan a una enorme mansión derruida y abandonada, en medio de la nada. Los cinco se ven atemorizados, vienen huyendo de algo. Ese “algo” no se define durante un tiempo bien medido y uno se desespera, pero en estas películas justamente de eso se trata.

Al entrar a la deteriorada casa, la mamá les dice que empezarán de nuevo y que no saldrán de ahí donde “nadie podrá hacerles más daño”. El mayor es Jack, un joven que no ha llegado a los 21 y que, ante la enfermedad de la madre, se siente responsable por la familia —bien interpretado por el británico George MacKay. Charlie Heaton es Billy, más inmaduro y explosivo que Jack. Mia Goth es Jane, la única hermana que se dedica a armar un hogar en ese lugar imposible. El más pequeño es Sam (Matthew Stagg). quien sólo tiene siete años, adora a su familia y vive con resignación la extraña infancia que las circunstancias le han impuesto.

Por la casa, que es un personaje más, se escuchan sonidos extraños de una presencia fantasmal a la que han aplacado tapando los espejos.

Totalmente aislados del mundo, viven con incomodidades, pero mientras estén juntos, son felices. Hay un secreto espeluznante en el pasado de la familia —muy bien guardado por el director— que los obliga a no relacionarse con nadie y arreglárselas para sobrevivir hasta ser mayores y que no los separen. Ése es el juramento “somos uno”.

Sergio G. Sánchez es muy hábil en la forma en que va soltando las claves y la información que nos permiten armar el rompecabezas del argumento, del que, en la primera media hora, no entendemos nada, pero que se va descubriendo con giros realmente inesperados.

Es un buen debut en el cine de terror, muy entretenido.

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