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A contracorriente

Leticia Robles de la Rosa

Leticia Robles de la Rosa

Nada está escrito sobre piedra y en materia de elecciones, sólo las urnas tienen la última palabra, pero desde ahora al menos cinco mujeres tienen posibilidades reales de convertirse en gobernadoras el próximo año.

Las tempraneras encuestas de intención del voto muestran que aun antes del acuerdo del Instituto Nacional Electoral (INE), cinco mujeres están en la cúspide de las preferencias electorales de sus estados: la morenista Marina del Pilar Ávila, en Baja California; la también morenista Layda Sansores, en Campeche; la panista María Eugenia Campos, en Chihuahua; la expriista Clara Luz Flores, en Nuevo León, a quien Morena busca hacer su candidata, y la morenista Lorena Cuéllar, en Tlaxcala.

Claro que en esas entidades hay otras mujeres que pueden ser candidatas, pero que sus partidos políticos no tienen aún la preferencia electoral mayoritaria, como es el caso de Graciela Ortiz, en Chihuahua, donde el priismo se coloca, por ahora, en el tercer lugar de intención de voto, por debajo de Morena y del PAN.

En las otras 10 entidades donde habrá elecciones para la gubernatura existen mujeres valiosas, pero las preferencias electorales no las colocan, por el momento, como fuertes competidoras de sus partidos.

Por ejemplo, en Nayarit existen cuatro políticas que pueden ser candidatas a gobernadoras: por el PAN, Martha Elena García y Gloria Núñez; por Morena, Cora Cecilia Pinedo, y por el PRI, Charo Mejía. Sin embargo, en las competencias internas de sus partidos están tan abajo que la diferencia es hasta de 70 por ciento.

En estados como Michoacán, Sonora, Nayarit, Sinaloa, Querétaro, Guerrero, Baja California Sur y San Luis Potosí existe una clara preferencia por un partido, pero, además, por un candidato hombre en específico.

La participación de las mujeres en política no ha sido fácil. Han tenido que remar siempre a contracorriente para pasar de la cuota de género a la paridad de género en las oportunidades políticas, siempre venciendo la misoginia de la clase política que durante décadas les ha hecho sentir que sus avances personales se deben a una generosa concesión de los hombres y no a un verdadero talento femenino, lo cual es a todas luces falso.

Mujeres como Beatriz Paredes, María de los Ángeles Moreno, Dulce María Sauri, Rosario Green, entre otras, son significativas en la historia de la participación política de las mujeres, porque lograron avances en medio de un ambiente machista innegable en todos los espacios públicos.

Incluso hay otra mujer que es criticada por sus formas de actuar, pero que nadie puede negar que logró un poder político que ninguna ha tenido en esas dimensiones: Elba Esther Gordillo.

Hoy las mujeres tienen un poco más de oportunidades de las que tuvieron las primeras políticas de altos vuelos. Sin embargo, mantienen el mismo reto: vencer la resistencia de una sociedad mayoritariamente inclinada hacia los políticos hombres, por inercia, por prejuicio y hasta por misoginia.

Un partido político apuesta a ganar elecciones y entiendo que sería suicida que renunciara a ganar una elección, con un hombre como candidato, en aras de acatar el acuerdo del INE que los obliga a presentar 7 mujeres como candidatas para las elecciones a las gubernaturas en 15 entidades federativas.

Pero también sería suicida que renunciara a impulsar a las mujeres que hoy están en la cúspide de las intenciones de voto de los ciudadanos, sólo porque un grupo machista no puede entender que una mujer puede ser respaldada por el voto ciudadano y ganar de manera contundente una gubernatura.

Más allá del futuro del acuerdo del INE, que está a revisión del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF), las mujeres que en 2021 buscarán una gubernatura tendrán el reto de vencer a una sociedad educada políticamente para soslayar los talentos de las mujeres.

Su triunfo electoral debe ser una ratificación de su triunfo como una política profesional y no permitir la falsa idea de ser producto de una ayuda institucional inmerecida.

Pero además, deberán enfrentar la violencia política de género, que no sólo ejercen los hombres molestos con los avances de las mujeres, sino también las mujeres contra las mujeres, como esta semana ocurrió en el Senado de la República, donde, de forma inédita, mujeres oficialistas hostigan a una mujer opositora.

En fin, avanzar otra vez a contracorriente.

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