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Democracia sindical

Leo Zuckermann

Leo Zuckermann

Juegos de poder

Esta semana tenemos una buena noticia que analizar. Gracias al nuevo Tratado México, Estados Unidos y Canadá de libre comercio (T-MEC) se dio un paso importante rumbo a la democratización de los sindicatos en México. Me refiero a las elecciones, supervisadas por el Instituto Nacional Electoral (INE), que llevaron a cabo los trabajadores sindicalizados de la fábrica de General Motors en Silao, Guanajuato.

En un ejercicio de auténtica democracia, y no de simulación a la que estábamos acostumbrados en la vida sindical mexicana, los empleados rechazaron el contrato colectivo de trabajo pactado con la CTM, por lo que se tendrá que negociar otro contrato con otra organización que sí convenza a la mayoría de los trabajadores.

No podemos menospreciar lo sucedido. En México, durante el periodo autoritario priista, la vida sindical estuvo subordinada al partido hegemónico en un arreglo corporativo. Y aunque sí se defendieron los intereses de los trabajadores durante algunos años, el sector obrero fue perdiendo fuerza precisamente por la falta de democracia.

En los sindicatos se enquistaron líderes tan poderosos como corruptos que acabaron defendiendo más la estabilidad política y los intereses de los patrones.

La democratización del país no cambió este arreglo. Los gobiernos de la democracia no quisieron meterse con el mundo sindical mexicano. Lo consideraban como un territorio minado. De hecho, establecieron alianzas con varios de los líderes corruptos que permanecieron en sus puestos como si no hubiera pasado nada con el régimen político.

 

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Ahora, el gran cambio no ha venido de dentro, sino de fuera. Como parte de la negociación del nuevo T-MEC, México se comprometió a asegurar la libertad de asociación de los trabajadores y la negociación colectiva; a crear órganos independientes e imparciales para registrar las elecciones sindicales, resolver controversias relacionadas con contratos colectivos y reconocer la legitimidad de los sindicatos; a establecer un sistema de verificación de las elecciones de los líderes sindicales para que se lleven a cabo a través del voto personal, libre y secreto de los miembros del sindicato; a una justicia laboral expedita y a la publicación de los contratos colectivos de trabajo y de los estatutos del sindicato.

Nada menos y nada más. Una verdadera revolución en el mundo laboral mexicano. Y qué bueno porque, si México efectivamente quiere transitar a una economía desarrollada, debe tener sólidas instituciones que defiendan los intereses de los trabajadores. Resulta insostenible un desarrollo económico que beneficie fundamentalmente al capital.

El T-MEC es un tratado que le da mucho poder a Estados Unidos y Canadá para que México no se haga pato y soslaye sus compromisos laborales. Nuestro país aceptó el llamado “Mecanismo Laboral de Respuesta Rápida en Instalaciones Específicas” (MLRR).

De acuerdo a esta disposición, nuestros vecinos del norte pueden suspender el tratamiento arancelario preferencial, cancelar la liquidación y/o bloquear la entrada de bienes desde empresas que no respeten los lineamientos laborales.

Una corporación estadunidense o canadiense o el gobierno de esos países puede notificar a una empresa localizada en México que ha comenzado un MLRR por no estar respetando los derechos de sus trabajadores. Ahí comienza un proceso para dirimir la controversia, el cual dura hasta 120 días.

Éste fue el mecanismo que utilizó el gobierno de Joe Biden para demandar nuevas elecciones en General Motors-Silao por supuestas irregularidades del sindicato y empresa en la formalización del contrato colectivo de trabajo.

Y los resultados demuestran que tenían razón: la mayoría de los sindicalizados no quería ese contrato colectivo ni la representación de la CTM.         

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Como reza el dicho, “una golondrina no hace verano”. Todavía está por verse si éste es el comienzo de una verdadera democratización de los sindicatos en México o si el monstruo del corporativismo regresa ahora bajo el cobijo de Morena.

Puede ocurrir, además, que la democracia llegue en el sector exportador mexicano, gracias al T-MEC, pero no en otras actividades de la economía nacional, sobre todo en los poderosísimos sindicatos donde el gobierno es el patrón, como los de Pemex, CFE, IMSS o el magisterio.

Dudas hay muchas. Pero creo que lo ocurrido en Silao debe celebrarse. De seguir por ese camino, podría convertirse en un hito para la historia sindical de este país.

 

                Twitter: @leozuckermann

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