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Presidenta de la Cámara de Diputados

Laura Rojas

Laura Rojas

Agora

El pasado 5 de septiembre fui electa presidenta de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados, lo cual es el más alto honor y responsabilidad que un legislador pueda tener. Como ya he hecho en otros espacios, quiero reiterar mi agradecimiento a todos los grupos parlamentarios por la confianza depositada en mi persona y mi compromiso de conducirme como lo establece la ley –y porque es, además, mi convicción personal–, de manera institucional, imparcial y objetiva.

Es responsabilidad de la Presidencia de la Mesa Directiva el convocar y presidir las sesiones tanto del Congreso General –cuando sesionan de manera conjunta diputados y senadores–, como las de la Cámara de Diputados, y las de la Comisión Permanente, así como dirigir los debates, discusiones, deliberaciones, y ordenar las votaciones. En síntesis, generar las condiciones para que el proceso parlamentario de análisis, discusión y aprobación de reformas y nuevas leyes se desarrolle.

Es durante esas sesiones que se desahogan los dictámenes aprobados por las comisiones legislativas que atienden los temas por áreas de especialidad como el dictamen de Ley de Ingresos y de Presupuesto de Egresos de la Federación, cuyos proyectos para el año 2020 recibiremos el día de hoy por parte del Poder Ejecutivo.

Otro asunto que se desahogará durante las próximas semanas será el análisis del primer Informe de Gobierno del Presidente de la República a través de comparecencias de secretarios de Estado en el pleno de la Cámara.

Durante este periodo ordinario de sesiones se espera la discusión y aprobación de las reformas secundarias de la Reforma Educativa, entre otras.

De manera personal, me he propuesto impulsar durante este año la institucionalización de las prácticas de parlamento abierto, que no es otra cosa más que establecer mecanismos estandarizados y permanentes para la interacción de los legisladores con los ciudadanos durante los procesos legislativos en sus diferentes etapas, tales como la construcción de una iniciativa de ley o su análisis; establecer la forma en la que los ciudadanos puedan hacer llegar preguntas que les interesaría que sus diputados hicieran a los funcionarios de gobierno durante las comparecencias; u organizar un día del Congreso en los estados para acercar el Poder Legislativo a la gente.

También está en mi interés promover que la Cámara de Diputados acompañe, a través de sus comisiones, la implementación de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible de la Organización de las Naciones Unidas. Dicha agenda fue adoptada por todos los países que integran dicha organización y contiene 17 objetivos para alcanzar el nivel de desarrollo que el mundo necesita.

Por último, esta presidencia será una aliada de la agenda de igualdad sustantiva en favor de las mujeres y las niñas de nuestro país. Si bien es cierto que por primera vez en la historia tenemos un Congreso integrado prácticamente por hombres y mujeres a la par, lo que nos ha hecho llamarnos Legislatura de la Paridad, esta realidad debe traducirse en acciones concretas que ayuden a combatir los problemas que aun enfrentamos las mujeres como la violencia de género, el feminicidio, la desigualdad salarial, la falta de condiciones para hacer compatible la vida laboral y familiar, y un largo etcétera.

Esta altísima responsabilidad requiere un compromiso total de mi parte, por lo que durante mi gestión al frente de la Cámara de Diputados dejaré de escribir esta columna.

Agradezco a Excélsior por haberme acogido como una de sus colaboradoras y por haberme permitido expresar mis ideas en sus páginas durante casi diez años. Igualmente, agradezco a quienes me leyeron durante este tiempo. Gracias, y nos reencontramos en un año.

 

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