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Planeta SOS, hay que cambiar la dieta

Laura Rojas

Laura Rojas

Agora

Esta semana, el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), que es el órgano de las Naciones Unidas encargado de evaluar los conocimientos científicos relativos al cambio climático, publicó su segundo informe especial. El informe intitulado El cambio climático y la tierra reitera que para detener el cambio climático es necesario mantener el calentamiento global muy por debajo de 2 °C, o incluso en 1,5 °C, para lo cual la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero de todos los sectores es fundamental, pero que la gestión sostenible de los recursos de la tierra también puede ayudar.

Asimismo, el informe alerta sobre los efectos del propio cambio climático sobre la tierra, lo cual puede impactar en la seguridad alimentaria. La población mundial actual es de aproximadamente 7,500 millones de personas, y se espera que para el año 2050 ésta alcance los 10,000 millones de seres humanos que demandarán alimentos y otros servicios.

Mientras tanto, la tierra está siendo impactada negativamente por dos fenómenos: la degradación y la desertificación. La primera socava su productividad, limita los tipos de cultivos y merma la capacidad del suelo para absorber carbono. Ello exacerba el cambio climático y el cambio climático, a su vez, exacerba la degradación de la tierra de muchos modos distintos.

En cuanto a la desertificación, el informe explica que aproximadamente 500 millones de personas viven en zonas afectadas por este fenómeno. Dichas zonas y “las tierras áridas también son más vulnerables al cambio climático y los fenómenos de gravedad extrema, como sequías, olas de calor y tormentas de polvo, y el aumento de la población mundial no hace sino someter esas zonas a más presión”.

La adopción de iniciativas coordinadas para hacer frente al cambio climático puede suponer la mejora simultánea de la tierra, la seguridad alimentaria y la nutrición, además de ayudar a acabar con el hambre. Esto pasa por cambiar los hábitos alimenticios y gestionar mejor los alimentos.

En el informe se constata que aproximadamente una tercera parte de los alimentos producidos se echa a perder o se desperdicia. Las causas que llevan a esa pérdida o desperdicio presentan diferencias sustanciales entre países desarrollados y en desarrollo, así como también entre regiones. La reducción de la pérdida y desperdicio de alimentos supondría una disminución de las emisiones de gases de efecto invernadero y ayudaría a mejorar la seguridad alimentaria.

Debra Roberts, copresidenta del Grupo de Trabajo II del IPCC, explicó que “algunos patrones alimentarios requieren más agua y tierra y provocan, en comparación con otras alternativas, más emisiones de gases que atrapan el calor. Las dietas equilibradas basadas en alimentos de origen vegetal (como cereales secundarios, legumbres, frutas y verduras) y alimentos de origen animal producidos de forma sostenible en sistemas que generan pocas emisiones de gases de efecto invernadero presentan mayores oportunidades de adaptación al cambio climático y de limitación de sus efectos”, apuntó.

En el informe se llega a la conclusión de que hay maneras de gestionar los riesgos para la tierra y el sistema alimentario y reducir sus vulnerabilidades y tomar medidas urgentes resulta de interés para nosotros porque, entre las regiones más afectadas por los efectos del cambio climático en el sistema de seguridad alimentaria, está la nuestra.

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